Lineamientos para la pureza sexual (Guidelines for Sexual Purity)

He desarrollado y presentado el siguiente material a muchos jóvenes y sus padres durante muchos años. Cuando mis hijas, ahora casadas, eran adolescentes, lo refiné para compartirlo y discutirlo con ellas y los jovencitos que querían salir con ellas. No permitimos que las citas comenzarán hasta que hubiésemos repasado estos principios juntos (mi esposa y yo, mi hija y el jovencito) y estuviésemos seguros de que había un completo acuerdo.

Descubrimos que esto era una gran ayuda no solo para nuestras hijas sino también para los jovencitos que querían salir con ellas. Hicimos claras nuestras expectativas, les dimos lineamientos y principios específicos (no simplemente reglas), y les dijimos que les estaríamos preguntando si estaban viviendo de acuerdo a esos estándares. Esto profundizó nuestra relación, abrió la comunicación, y creó una oportunidad sana para la rendición de cuentas.

Aunque siempre había nerviosismo mientras los miembros de nuestra familia (y en especial los jovencitos) anticipaban estas reuniones, en cada caso el tiempo que pasábamos juntos era estratégico, alentador, y provechoso. Ya que practicamos esto consistentemente cuando ellas tenían citas, era imposible para nosotros y para nuestras hijas imaginarnos que tuvieran citas con algún jovencito sin primero discutir con él todos los siguientes principios. (Cada vez que hicimos esto, por supuesto, nuestras hijas y nosotros reforzamos estos principios).

“Porque ésta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión degradante, como los Gentiles que no conocen a Dios” (1 Tesalonicenses 4:3-5).

Parte uno: Lo que necesitas saber

1. El sexo es bueno. Dios lo creó, Dios dijo que era “bueno”, y existió antes de que hubiera pecado en el mundo.

El sexo no fue creado por Satanás, Playboy, Hollywood, HBO, los músicos de rock, el Internet, o por algún pervertido escondido entre las sombras de una tienda de pornografía. El sexo fue creado por el Dios santo de los cielos, donde reina la pureza.

Dios hizo el sexo físicamente deseable al darnos deseos sexuales, sin los cuales el sexo no existiría, ni tampoco las personas. La Palabra de Dios habla abiertamente del placer del sexo dentro de una relación de matrimonio (Proverbios 5:18,19; Cantar de los Cantares 4:5; 7:1, 6-9).

No deberíamos de avergonzarnos de hablar de lo que Dios no se avergonzó de crear. Sin embargo, Dios demanda de nosotros que abordemos el tema dentro de sus intenciones y requerimientos, no los del mundo. Él nos advierte no hablar del sexo en ningún contexto inapropiado:

“Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre ustedes, como corresponde a los santos. Tampoco haya obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino más bien acciones de gracias” (Efesios 5:3-4).

Dios diseñó el sexo para la sagrada unión del matrimonio, y lo reserva para esa unión. Es tanto el medio por el cual los hijos son concebidos (algo muy cercano al corazón de Dios) como el medio en el que la intimidad matrimonial es expresada y cultivada. Cuando tiene lugar en el contexto adecuado, Dios definitivamente está a favor del sexo.

2. Como todos los buenos regalos de Dios, el sexo puede ser mal usado y pervertido.

El agua es un regalo de Dios, sin el cual no podríamos vivir. Pero las inundaciones y los maremotos son agua fuera de control, y sus efectos son devastadores. El fuego es un regalo de Dios que produce energía y da calor, y nos permite cocinar. Pero un incendio forestal o una casa completamente quemada o una persona en llamas es fuego fuera de control. Es horrible y aterrador. El agua y el fuego son cosas buenas que, cuando ocurren fuera de sus límites impuestos por Dios, se convierten en malas.

De manera similar, Dios diseñó el sexo para que existiera dentro de ciertos límites. Cuando se ejerce en los propósitos determinados por Dios, es hermoso y constructivo. Cuando está fuera de control, violando los propósitos determinados por Dios, se convierte en algo horrendo y destructivo. El sexo es algo bueno que, cuando ocurre fuera de los límites diseñados por Dios, se convierte en malo.

El problema no es el sexo: el problema somos nosotros. Somos pecadores que pueden pervertir, abusar, y quitar del lugar indicado las cosas buenas que Dios ha creado. Entre más grande sea el regalo de Dios, más poder tiene para el bien o para el mal. Dentro del matrimonio, el sexo tiene un enorme poder para el bien. Fuera del matrimonio tiene el mismo poder para el mal.

3. Los límites del sexo son los límites del matrimonio.

El sexo y el matrimonio van juntos. La unión sexual está diseñada para ser una expresión de un compromiso de toda la vida, un símbolo de la unión espiritual que existe solo con el compromiso incondicional del matrimonio. Separado del matrimonio, el compromiso duradero está ausente y el sexo se convierte en una expresión falsa, una mentira.

Todo acto sexual fuera del matrimonio abarata tanto el sexo como el matrimonio. El sexo es un privilegio inseparable de las responsabilidades del sagrado pacto matrimonial. Ejercer el privilegio separado de la responsabilidad pervierte la intención de Dios para el sexo.

El sexo está diseñado para ser la unión de dos personas, de dos espíritus, no solo de dos cuerpos. El sexo debe ser entregado a alguien con quien estoy 100% comprometido (según la medida del matrimonio legal), no arrebatado de alguien con quien no tengo compromiso o estoy parcialmente comprometido.

“Pero realmente nos amamos” no tiene peso en la ética de la intimidad sexual; el sexo no se vuelve permisible a través de sentimientos subjetivos, sino a través del compromiso objetivo de un matrimonio para toda la vida.

4. Tu pureza sexual es esencial para tu caminar con Dios.

La pureza sexual no es una opción para el cristiano obediente, es un requisito. La voluntad de Dios se centra en nuestro carácter y pureza moral mucho más que en nuestras circunstancias, como el trabajo, la casa, o la escuela.

¿Quieres conocer la voluntad de Dios? No tienes que adivinar. Aquí está: “Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual” (1 Tesalonicenses 4:3). No tiene sentido buscar la voluntad de Dios en otras áreas cuando estás eligiendo vivir en impureza sexual en tu mente o tu cuerpo.

“¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién podrá estar en Su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro” (Salmo 24:3-4).

“Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará” (Salmo 66:18).

“Al que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominación” (Proverbios 28:9).

“‘Y como Yo había clamado y ellos no habían querido escuchar, así ellos clamaron y Yo no quise escuchar,’ dice el Señor de los ejércitos” (Zacarías 7:13).

La pureza sexual es inseparable de una vida cristiana comprometida. Si no estás viviendo en pureza sexual, Dios no escuchará tus otras oraciones hasta que ofrezcas una oración de confesión y arrepentimiento, y te comprometas a una vida de santidad (1 Juan 1:9).

5. Eres vulnerable a la inmoralidad sexual.

No te engañes a ti mismo, pensando que nunca te puede pasar a ti. Sí puede. Y si piensas que no es posible, es casi seguro que pasará.

“Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la arrogancia de espíritu” (Proverbios 16:18).

“Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” (1 Corintios 10:12).

“Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta... mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).

Si piensas que nadie jamás entrará a tu casa a robar, fallarás en tomar las precauciones para evitar que suceda. Si piensas que nunca vas a caer sexualmente, fallarás en tomar las precauciones para evitar que suceda.

6. Eres un blanco para la inmoralidad sexual.

Hace algunos años había rumores de una “lista de blancos” internacionales, un plan calculado para que asesinos a sueldo dieran muerte a líderes mundiales estratégicos. El enemigo, Satanás, ha mantenido una “lista de blancos” morales a través de las épocas. Ya que los hijos de Dios están cerca del corazón de Dios, los cristianos están en la cabeza de esa lista.

Entre más involucrado estés en servir a Cristo, más firme interés tiene Satanás para destruirte a ti y a la obra de Dios a través de ti. El maligno quiere hacerte caer y usar tu vida como mal ejemplo para otros cristianos, que imitarán tu compromiso moral. Dios demanda que seamos instrumentos santos y puros para ser usados por él (2 Timoteo 2:20-21). Más cristianos —incluyendo líderes cristianos— se vuelven inútiles y dejan de servir a Cristo por la inmoralidad sexual que por cualquier otra cosa. (Ve mi pequeño libro Sexual Temptation: Establishing Guardrails and Winning the Battle).

Esta es la realidad: las fuerzas del mal tienen un contrato contra ti. Tu cabeza tiene precio. Satanás ha declarado guerra contra ti: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Estos seres malvados tienen un firme interés en tu colapso moral. Harán todo en su poder para manchar a Cristo y a su Iglesia seduciéndote a la inmoralidad.

Satanás no es omnipresente ni omnipotente; hay un número limitado de demonios y ninguno de ellos puede estar en dos lugares a la vez. Por ello, los ángeles caídos atacan y tientan no indiscriminadamente, sino con un propósito estratégico. Satanás no tiene que perder su tiempo con aquellos que ya hicieron un desastre con sus vidas. En lugar de eso, Él elige como blanco a aquellos cuya caída tendrá más efecto negativo en el reino de Dios. Es por eso que Dios advierte a los cristianos: “Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).

El diablo quiere desviarte de servir a Dios. Quiere que estés esclavizado al pecado. Dios quiere que seas libre. La única manera de resistir el plan del enemigo para guiarnos al pecado es ejerciendo el dominio propio y estando alerta. Satanás nos “analiza” y conoce bien las grietas en la armadura de todo cristiano. Su objetivo es mortal, es hábil para diseñar tentaciones “a la medida”, y atacará en nuestros puntos de mayor vulnerabilidad.

No olvides que “mayor es Aquél [Cristo] que está en ustedes que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Independientemente de lo poderoso que es el enemigo que nos tienta, Dios es infinitamente más poderoso para rescatarnos y nos ha dado en Cristo todo lo que necesitamos para vivir vidas santas:

“Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia. Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos” (2 Pedro 1:3-4).

7. Tu cuerpo le pertenece a Dios, no a ti.

“Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:20).

Si es mi casa, tengo derecho a hacer lo que yo quiera con ella. Si es la de alguien más, no. En algunas ocasiones, cuando estoy dando una charla, le pediré un lápiz a alguien de la audiencia. Luego lo rompo a la mitad, lo tiro al suelo y lo pisoteo. Esto siempre resulta en silencio y ojos abiertos como platos, expresiones de shock, e incomodidad por parte de la audiencia. Les pregunto por qué se molestan por lo que hice, y por qué piensan que hice algo malo. Siempre alguien dice, “porque no era tu lápiz”. Después les explico que en realidad sí era mi lápiz, y que se lo di a esa persona antes y le dije que me lo diera cuando le llamara. Eso cambia todo de pronto, porque si me pertenece, entonces (y solo entonces) tengo derecho a hacer con él lo que quiera. Si es de alguien más, no tengo ese derecho.

Cuando viniste a Cristo, cuando lo declaraste a Él como Señor de tu vida, rendiste tu ser entero —incluyendo tu cuerpo— a Dios. El derecho de tu vida fue transferido de ti a Dios. Cristo es dueño de ti y de tu cuerpo. Fuiste comprado por un precio. “Tu cuerpo” es en realidad su cuerpo. Él pagó el precio definitivo por tu cuerpo. ¿Qué precio? ¡La sangre derramada del Dios Todopoderoso! Somos suyos tanto por creación como por redención. Dios tiene todo el derecho de decirme qué hacer con mi mente y mi cuerpo. No tengo derecho alguno de hacer lo que yo quiera con lo que le pertenece a Dios.

8. La pureza sexual empieza en la mente, no en el cuerpo.

“Pues como piensa dentro de sí, así es él” (Proverbios 23:7).

“Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones…” (Mateo 15:19-20).

“Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:28).

Inevitablemente adoptarás la moralidad de los programas, libros, revistas, música, páginas de Internet, conversaciones en los que paricipas. BDBF: Basura dentro, basura fuera; santidad dentro, santidad fuera. La cognición es la base del comportamiento: te convertirás en aquello con lo que has decidido alimentar tu mente.

Siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecharás carácter. Siembra carácter, cosecharás un destino.

Tu futuro puede ser predicho con certeza por lo que permites que more en tu mente. Las acciones pecaminosas no vienen de la nada: son el producto acumulativo de pequeños compromisos morales que hemos hecho a través del tiempo, que al final terminaron en un comportamiento impío.

La tentación sexual no es nada nuevo: lo que es nuevo es que ahora ha invadido nuestros hogares. En Corinto del primer siglo había prostitutas por todas las calles, pero cuando entrabas a tu hogar tenías un santuario libre de tentación. Vivimos en un Corinto tecnológico, donde la inmoralidad puede venir a la privacidad de nuestro hogar a través de ondas (televisión) y módems (Internet). La mayoría de nosotros estamos a unos cuantos clics de la inmoralidad sexual en nuestras mentes. Cada decisión que tomamos de ver y contemplar la inmoralidad nos desensibiliza de su maldad.

Las acciones, los hábitos, el carácter, y el destino comienzan con un pensamiento, y los pensamientos se fomentan con lo que decidimos traer a nuestras mentes. Por ello debemos tener extremo cuidado de con qué alimentamos nuestras mentes.

“Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida” (Proverbios 4:23).

Si alguien quiere contaminar agua, la contamina desde su fuente. Si quiere purificar el agua, la purifica desde su fuente. Nuestros pensamientos son la fuente de nuestras vidas. Toda nuestra vida fluye de nuestra mente, y a través de las decisiones que tomamos cada día programamos nuestras mentes, ya sea para la santidad o para la impiedad.

“Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en Tus caminos” (Salmo 119:37).

Nuestras mentes no son un vacío, serán llenas con algo. Es necesario que alejemos nuestra mente de lo que no tiene valor, pero eso no es suficiente. También debemos llenar nuestras mentes de buenos pensamientos que desplacen y combatan los malos. No es suficiente decir “no pienso nada malo”. (Si yo te dijo “no pienses en arañas”, ¿qué piensas?). También debemos elegir pensar sobre lo que es bueno. (Si te digo, “piensa en tu postre favorito”, dejarás de pensar en las arañas muy rápido). El tiempo en la Palabra, en oración, y en conversaciones con amigos centrados en Cristo reforzarán tu compromiso con la pureza.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro... en esto mediten” (Filipenses 4:8).

No podemos evitar todas las tentaciones, pero podemos evitar muchas de ellas, y podemos resistir sus intentos de atraparnos. Martín Lutero dijo, “No puedes evitar que las aves vuelen sobre tu cabeza, pero puedes evitar que hagan un nido en tu cabello”.

Sé cuidadoso con aquello a lo que expones tu mente. Si estás a dieta, no vas a Baskin Robbins. Si lo haces, tu resistencia fallará. Si quieres alejarte de la lujuria no vayas a lugares o veas películas o leas libros que estimulen la lujuria.

Tu cuerpo irá donde tu mente se lo permita. Cuando se trata de tu pureza sexual, la batalla definitiva es en tu mente. No alimentes a tu mente con comida chatarra. Asegúrate de estar recibiendo nutrición espiritual.

9. Ya que Dios no quiere que tengas sexo fuera del matrimonio, tampoco quiere que hagas aquello que prepara tu cuerpo para el sexo fuera del matrimonio.

“¿Qué tan lejos puedo ir?”. Esta es una pregunta común, pero no es la mejor pregunta porque usualmente significa “¿Qué tan lejos puedo ir desobedeciendo a Dios sin que realmente lo haga?”. Si un padre le dice a su hijo, “No te pares en la carretera”, un hijo obediente no va a columpiar su pierna sobre la carretera, sino que se alejará de ella. Poniéndose cerca de la carretera, el hijo se colocará innecesariamente cerca de la tentación de actuar impulsivamente, desobedecer, y ponerse a sí mismo en grave peligro.

Dios hizo el cuerpo y la mente con deseos sexuales, y mientras esos deseos son estimulados se van dirigiendo hacia un clímax; ese es un hecho muy simple que nadie debería ignorar. Acariciarse el uno al otro de maneras sexualmente estimulantes es juego previo, y el juego previo está diseñado por Dios para culminar en el acto sexual. Debido a que el acto sexual está prohibido fuera del matrimonio, los juegos previos también. Debido a que el acto sexual fuera del matrimonio está mal, también está mal hacer cosas que llevan el cuerpo y la mente hacia el acto sexual.

“Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro” (2 Timoteo 2:22).

Hay un espectro del contacto físico que comienza con cosas como sentarse juntos o tomarse de las manos, y que termina con el acto sexual. En medio podría estar rodear la espalda con el brazo, un breve abrazo, un beso en la mejilla, un beso en la boca, un abrazo más largo, un beso prolongado, caricias, etcétera. La Escritura no nos dice exactamente cuál es el comportamiento “intermedio” que está permitido, pero una cosa es certera: la línea debe dibujarse antes de que cualquiera de los dos sea estimulado sexualmente. Esto significa que las caricias —y cualquier cosa que resulte “excitante”— están prohibidas.

Si uno de los dos comienza a ser sexualmente estimulado por un contacto físico en apariencia inocente, entonces los dos deben detenerse inmediatamente. Si no lo hacen, están eligiendo quedarse en una canoa que se aproxima a una cascada. No es solo malo, es estúpido. (Aquellos que permiten que sus mentes permanezcan en lo que es inmoral, y que se estimulan sexualmente el uno al otro no deberían sorprenderse cuando tienen relaciones sexuales. Es el resultado natural de las decisiones que han tomado. Si quieres un resultado diferente, tienes que tomar decisiones diferentes).

Los hombres son más rápida y fácilmente estimulados que las mujeres. Una chica usualmente piensa que los besos y abrazos prolongados están bien, ignorando el hecho de que el chico está siendo sexualmente estimulado y tentado a buscar más. De nuevo, asegúrate de marcar la línea lo suficientemente alejada de esos estímulos para que ninguno de los dos la cruce.

10. Una vez que permites que tu cuerpo cruce la línea, no conocerá ni le importarán tus convicciones cristianas.

Algunos cristianos oran porque Dios proteja su pureza, y después se ponen voluntariamente en tentación y se preguntan por qué Dios no contestó su oración. Esto es como poner un libro en la orilla de la mesa y orar “Dios, por favor no permitas que este libro caiga”, mientras lo sigues empujando más y más cerca del borde. No importa qué tan fervientemente ores para que el libro no se caiga, si sigues decidiendo empujarlo se caerá. No importa qué tan fervientemente ores por no caer en inmoralidad, si continúas tomando decisiones que alimenten tu tentación hacia la inmoralidad vas a caer. No permitas que tus decisiones invaliden tus oraciones.

11. Si tienes intimidad sexual con una persona fuera del matrimonio, le estás robando a Dios y a esa persona.

Ya que esa persona le pertenece a Dios, no a ti, esto significa que la estás tomando prestada durante una tarde. Ten cuidado con lo que haces con aquello que no te pertenece. Tendrás que rendir cuentas con su dueño.

12. Dios tiene tu mejor interés en mente cuando te dice que no tengas sexo fuera del matrimonio.

Siempre es inteligente y correcto hacer aquello que es bueno. El sexo no es simplemente algo que haces, el sexo es algo que es parte de ti. Está unido al bien de toda tu persona.

Tener sexo fuera del matrimonio es autodestructivo en todo sentido. La pureza sexual siempre es para bien, no solo para Dios y para los demás, sino también para ti.

13. Dios no te diría que te apartes de la impureza si fuera imposible que le obedecieras.

Dios no es cruel. Él no te manda que te prives de tus necesidades como la comida, la bebida, o el respirar. El sexo es algo de lo que todo mundo puede privarse; es un fuerte deseo, sí, pero nunca una emergencia o necesidad. Cristo nos ha dado los recursos para resistir toda tentación.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).

“Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia. Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos” (2 Pedro 1:3-4).

No tienes que ver esa película. Puedes apagar la pantalla, levantarte, e ir a otra habitación. No tienes que hacer clic en ese enlace hacia una página de Internet sucia. No tienes que acariciar a la persona con la que estás saliendo. Puedes y debes usar los recursos en Cristo, y decir “no” a las tentaciones del pecado.

14. Satanás te mentirá acerca del sexo, pero Jesús te dice la verdad.

Jesús dijo acerca de Satanás, “Él fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:43-44).

Satanás es un experto en la mentiras, y las dice suave y convincentemente. Ha convencido a muchos jóvenes diciendo, “está bien tocarla ahí, está bien dejar que te toque, es natural, no será nada malo”. Pronto hay lujuria, pecado, devastación, desilusión, pérdida de respeto, conflicto, inseguridad, y en ocasiones embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Muchos jóvenes terminan enojados y amargados con ellos mismos y con otros porque creyeron la mentira, la relación está arruinada y ahora están pagando el precio.

Satanás es un mentiroso, pero Jesús es la Verdad y solo dice la verdad (Juan 14:6). Él dijo, “Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32). Aquellos que creen las mentiras de Satanás terminan atrapados. Aquellos que creen la verdad de Cristo acerca del sexo terminan siendo libres.

Identifica y medita en las verdades que Cristo te dice. Identifica y rechaza las mentiras que Satanás te dice.

15. Debes aprender a pensar a largo plazo, no a corto plazo.

Para bien o para mal, siempre cosecharás lo que siembras; siempre cosecharás las consecuencias de tus decisiones.

“No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos” (Gálatas 6:7-9).

No importa qué tan inteligente crees que eres. No importa si tienes un doctorado en física, si saltas del décimo piso de un edificio, vas a caer y morir. La gravedad es una ley: no hay forma de evitarla. De la misma manera, Dios ha establecido leyes espirituales que gobiernan el universo, incluyendo leyes respecto al comportamiento sexual. Si rompemos estos mandamientos, terminaremos lastimados.

La Escritura nos enseña dos alternativas básicas en la vida, el camino de Dios o el camino de los hombres, el camino de santidad o el camino del pecado. Proverbios habla acerca del camino de la sabiduría y el camino de la necedad, y nos llama a tomar las decisiones correctas, que también son sabias, y a que evitemos las decisiones equivocadas, que también son necias. Después de mostrar las bendiciones de la obediencia y las maldiciones de la desobediencia, Dios dijo:

“Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra ustedes de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).

Las consecuencias de la impureza sexual en nuestras vidas son peores de lo que nos podemos imaginar. Las recompensas de la pureza sexual en nuestras vidas son más maravillosas de lo que nos podemos imaginar.

Parte 2: Lo que necesitas hacer (lineamientos para proteger la pureza en el noviazgo)

1. Date cuenta de que no necesitas tener novio o novia.

Mucha de la tentación sexual en nuestros tiempos es creada por nuestra práctica social de emparejar y aislar a los jóvenes en lugar de hacer lo que la cultura hebrea y muchas otras han hecho: requerir que los solteros pasen tiempo juntos solo en un contexto supervisado por los padres y otros adultos.

Esta estructura de participación de los padres y el cortejo cuidadoso han sido la estructura social normal; es la nuestra la que es anormal. En nuestra cultura, la combinación sin precedentes de tiempo libre en los jóvenes, dinero, transporte, la licencia para estar solos por largas horas a altas horas de la noche —además del largo tiempo entre la pubertad y el matrimonio— han demostrado ser tentaciones abrumadoras para muchos, incluidos los cristianos. (Esto es especialmente cierto en una cultura que distorsiona el sexo en los adolescentes, haciendo que luzca romántico y saludable, cuando en realidad es usualmente insatisfactorio, emocionalmente devastador y siempre moralmente incorrecto).

Muchas personas piensan que para ser normal necesitas tener citas. Pero que muchas otras personas lo hacen no significa que tú también tengas que hacerlo. Es una opción, no una necesidad. Con sus ventajas vienen muchas desventajas y tentaciones riesgosas. Puedes disfrutar amistades divertidas y positivas con personas del sexo opuesto, y estar involucrado en toda clase de actividades sin emparejarte con nadie. 

Si eliges tener citas, los siguientes lineamientos pueden ayudarte a mantener un caminar con el Señor y guardar tu pureza.

2. Si eres cristiano, solo sal con personas cristianas.

El noviazgo es el camino al matrimonio. No te vas a casar con todas las personas con las que salgas. Sin embargo, la persona con la que te casas será una persona con la que saliste. Por eso, cada cita es un con una posible pareja. No existe algo como “solo una cita”, así como no “solo” saltas de un bungee en un helicóptero ni “solo” peleas en las primeras filas de la batalla ni “solo” tienes una cita. Es demasiado importante como para decir “solo”. Hay muchas cosas en juego.

Dios dice, “No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Corintios 6:14). No entres en ninguna relación que pudiera comprometer tus convicciones. Entre más cercana es la relación, más grande es el peligro.

Hay muchos contextos en los que podemos evangelizar; el noviazgo no es uno de ellos. Dios no llama a nadie a un noviazgo misionero. Hay muchas cosas en juego. Por la misma razón que no te casarías con una persona no cristiana, no deberías tener citas con una. Si no vas a comer hongos venenosos, no los pongas en tu plato. Si esa parece una comparación injusta, vuelve a leer 2 Corintios 6:14.

Si no me casaría con una persona porque no conoce a Cristo, esa es razón suficiente para no tener citas con ella. Más jóvenes abandonan su caminar con Cristo por tener citas con no cristianos que por cualquier otra cosa. Entre más permitas que crezca tu relación con un incrédulo, más nublado será tu juicio y más probable será que cometas inmoralidad y des la espalda al Señor de otras maneras. Las convicciones se tambalean cuando nos ponemos a nosotros mismos en tentación. Solo hay una manera segura de no casarse con un incrédulo: nunca tengas citas con un incrédulo.

3. Si eres un discípulo comprometido, solo sal con discípulos comprometidos. (Y si no eres un discípulo comprometido, ¿por qué no lo eres?)

Es necesario solo tener citas con cristianos, pero no es suficiente. Muchos cristianos no tienen fibra moral, convicciones, madurez, ni disciplina. Solo porque una persona sea cristiana no significa que sea moralmente segura o una pareja digna. Enfrentémoslo: algunos cristianos todavía son unos patanes, y un cristiano patán sigue siendo un patán.

No esperes perfección en la persona con la que sales. Pero sí busca carácter y santidad. No tengas citas con una persona con problemas espirituales o deficiencia de carácter que podrían causar que no te cases con él o ella.

Esto asume que tú eres un cristiano en crecimiento, que estás desarrollando un carácter y convicciones fuertes. Si no eres un discípulo comprometido y en crecimiento, entonces un discípulo comprometido y en crecimiento no debería estar saliendo contigo. No solo pienses que estar fuera de la voluntad de Dios es salir con la persona equivocada: también piensa en si alguien estaría fuera de la voluntad de Dios saliendo contigo. La primera clave es ser la persona correcta, la segunda clave es salir con la persona correcta.

4. Escoge tus citas por carácter, no solo por apariencia.

“Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

Las apariencias cambian conforme pasa el tiempo. ¡Vas a descubrir eso en tus reuniones de la escuela en diez y veinte años! Pero incluso a corto plazo, una persona que luce genial a primera vista pero que carece de carácter y profundidad rápidamente se hace menos atractiva. Una persona con carácter fuerte rápidamente se vuelve más atractiva. Cuando juzgamos a las personas por su apariencia, usualmente estamos completamente equivocados, y podríamos haber tomado decisiones necias.

5. Sé consciente de que Cristo está viendo y está contigo durante toda la tarde, donde quiera que vayas y hagas lo que hagas.

Él está observando porque él es omnisciente. Él está contigo porque es omnipresente, pero como creyente está contigo de manera muy especial; él mora en ti, tú eres su templo santo. Eres el lugar santísimo, la morada del Todopoderoso: “¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ningún modo!” (1 Corintios 6:15). Debido a que el Espíritu de Dios está en nosotros, cuando hacemos el mal con nuestros cuerpos traemos a Dios mismo al mal con nosotros. Esto debería ser una blasfemia impensable para cualquier cristiano.

6. Sé consciente de que a donde vayas y con quien vayas tendrá influencia en tus deseos sexuales.

Ser influenciado por nuestro alrededor es normal. Cuando nos colocamos en una atmósfera santa, con personas santas, somos influenciados hacia la santidad. Cuando nos colocamos en una atmósfera impía, con gente impía, somos influenciados hacia la impiedad.

“No se dejen engañar: ‘Las malas compañías corrompen las buenas costumbres’” (1 Corintios 15:33).
“El que anda con sabios será sabio, pero el compañero de los necios sufrirá daño” (Proverbios 13:20).
“Apártate de la presencia del necio, porque en él no discernirás palabras de conocimiento” (Proverbios 14:7).
“...traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder. A los tales evita” (2 Timoteo 3:4-5).

7. Sé consciente de que tu cita es tu hermano o hermana en Cristo, no tu “amante”.

“[Trata] a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza” (1 Timoteo 5:2).

No empieces el noviazgo con el objetivo del romance, sino con el objetivo de pasar tiempo con tu hermano o hermana. Cuando empiezas la relación, una regla general es no hacer nada físico con él o ella que no harías con un hermano o hermana.

Si se desarrolla una relación positiva y centrada en Cristo, entonces puedes avanzar a muestras de afecto cuidadosas como tomarse de las manos. Pero mantente alerta de la diferencia entre afecto apropiado e intimidad. Debes permanecer seguro detrás de la línea cuando alguno de ustedes se mueva hacia la intimidad sexual. Es muy difícil retroceder cuando has cruzado la línea; no la cruces.

Esta persona podría terminar siendo un amigo de toda la vida o casada con tu mejor amigo. No hagas nada con él o ella que te causaría vergüenza o incomodidad si terminas siendo el padrino o la dama de honor en su boda.

8. Concéntrense en la charla, no en el tacto; conversación, no contacto.

El noviazgo es un tiempo para explorar las mentes y almas, no los cuerpos. Trata a tu cita como alguien a quien escuchar, entender, y apreciar, no como un objeto para experimentar, conquistar, o satisfacer tus deseos.

9. Evita las relaciones que avanzan rápido, y la intimidad instantánea.

Mantén el ritmo en tu relación. Tómala paso a paso, no te arrojes en caída libre. Un auto que se mueve demasiado rápido probablemente se saldrá de control cuando pase por un terreno resbaladizo. Mantén tu pie en el freno. No permitas que esta relación se salga de control.

10. Planea la tarde entera con antelación, sin largos espacios de tiempo vacío.

Los espacios vacíos siempre se llenan, usualmente con tentaciones para la impureza sexual. Sé consciente de lo que estás haciendo y mantente en el plan o ve a un lugar seguro, donde estés a la vista de otros (particularmente otros que respeten la necesidad de la pureza). Incluso en un lugar lleno de gente puedes tener una conversación privada. Sin embargo, su presencia te motivará a concentrarte en la conversación en lugar de en la tentación a la impureza.

11. Evita los lugares “peligrosos” como a una plaga.

Esos lugares incluyen estar solos en un sillón o en un auto o en un cuarto en la noche. (¡Manténganse alejados de sus habitaciones!). Aprendan a no confiar mucho en sí mismos. El hijo adolescente del psicólogo Henry Brandt le preguntó, “Papá, ¿qué no confías en mí?”. Brandt le respondió, “¿Solo, en la noche, en un auto, con una chica? No confío en mí mismo, ¿por qué debería confiar en ti?”.

Determina mantenerte lejos de esos lugares, en lugar de colocarte en ellos y tratar de apelar a tus convicciones cuando su nivel de resistencia está en lo más bajo y tú estás más vulnerable a ceder. Cuando seas fuerte, toma decisiones que te harán evitar la tentación cuando seas débil. Cuando estás a dieta, no pones pie en una tienda de rosquillas. De hecho, ni siquiera caminas por la calle en donde está la tienda de rosquillas.

12. Rinde cuentas a alguien sobre tu relación física.

Esto deberá ser con un hermano o hermana en Cristo comprometido, usualmente del mismo género que tú. Debe ser alguien que toma en serio la pureza sexual, que tenga consejo sabio, que orará por ti, y te ayudará a rendir cuentas en un estándar alto.

Los padres deben hablar abiertamente con sus hijos acerca del noviazgo. Deberán revisar estos lineamientos de pureza y decirle a sus hijos, “Ya que te amamos y protegerte es nuestro trabajo, de vez en cuando estaremos preguntándote cómo te va manteniendo la pureza en tu relación”. No es solo el derecho de un padre hacer esta pregunta, también es su responsabilidad.

Todos necesitamos a alguien que sea honesto con nosotros. Es una gran ayuda tener alguien que simplemente te pregunta, “¿Cómo te fue anoche? ¿Honraste al Señor? ¿Mantuviste tu pureza?”. Si sabes que alguien te hará estas preguntas, es una enorme motivación para tomar decisiones sabias.

13. Oren juntos al principio y al final de cada cita.

Entreguen el día o la tarde al Señor con antelación. Pídanle que se agrade de todo lo que hacen. Planeen orar al final de la cita para agradecerle por la tarde. Si sabes que la oración viene, te ayudará a asegurarte de que te controles y agrades a Dios.

14. Imagina que tus padres y líderes de iglesia te están viendo a través de la ventana.

¿Cómo cambiaría eso la forma en que te comportas? Después, sé consciente que tu vida no es privada: es un libro abierto para que el mundo pueda verla.

“ Por lo cual, todo lo que han dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que han susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas” (Lucas 12:3).

Medita en el hecho de que alguien mucho más santo que tus padres o líderes de la iglesia —y a quien le eres aún más responsable— te está observando, incluso cuando te dices a ti mismo que estás solo. Dios es omnisciente y omnipresente. Él es la Audiencia de Uno:

“¿Adónde me iré de Tu Espíritu, o adónde huiré de Tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás Tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás” (Salmo 139:7-10).

“‘¿Acaso soy Yo un Dios sólo de cerca,’ declara el Señor, ‘y no un Dios de lejos?’ ‘¿Podrá alguien esconderse en escondites de modo que Yo no lo vea?’ declara el Señor. ‘¿No lleno Yo los cielos y la tierra?’” (Jeremías 23:23-24).

“En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3).

“Porque Mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, que no se Me ocultan, ni su iniquidad está encubierta a Mis ojos” (Jeremías 16:17).

Dios no solo ve nuestras acciones, él conoce nuestros pensamientos:

“Desde lejos comprendes mis pensamientos… Aun antes de que haya palabra en mi boca, oh Señor, Tú ya la sabes toda” (Salmo 139:2, 4).

“[Dios] conoce los secretos del corazón” (Salmo 44:21).

“Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos” (Jeremías 17:10).

En la tentación nuestra teología se nubla. La verdad es que no existe un verdadero momento privado. Dios nunca está en la oscuridad. Él siempre está observando. Podremos engañarnos a nosotros mismos y a los demás, pero nunca a Dios. Él sabe lo que estamos pensando acerca de lo que estamos haciendo. Y, a final de cuentas, Su evaluación de nuestra vida es lo que realmente importa.

15. Cuando percibas que viene la tentación, antes de que las cosas empiecen a salirse de control, HUYE.

“Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Cuando se trata de las tentaciones sexuales, siempre conviene ser cobarde. En esta batalla, la retirada es siempre la primera línea de defensa. Aquel que duda (y racionaliza) está perdido.

José demostró esto con la esposa del faraón:

“Y ella insistía a José día tras día, pero él no accedió a acostarse con ella o a estar con ella… entonces ella tomó a José de la ropa, y le dijo: ‘¡Acuéstate conmigo!’ Pero él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera” (Génesis 39:10, 12).

José no solo se negó a acostarse con ella sino también “a estar con ella”. Él vio las señales de peligro y la evitó. Y cuando ella finalmente se arrojó sobre él, él no confió en sí mismo para permanecer donde estaba, sino que salió huyendo de la casa. No te quedes e intentes “resistir” la tentación cuando tienes la opción de huir de ella. Y no elijas estar con alguien cuando esa persona es una fuente de tentación para ti, o tu lo eres para ella.

16. Escribe tus propios estándares y cúmplelos tú mismo; jamás dependas de tu cita.

Tú como individuo eres responsable y rendirás cuentas ante Dios por lo que haces (Romanos 14:10-12; 2 Corintios 5:10). El asunto no es la convicción o falta de convicción, o autocontrol o falta de autocontrol de alguien más. (Aunque jamás deberías estar saliendo con alguien que carece de convicciones y autocontrol). Tú eres completamente responsable de tu comportamiento. Si caes en inmoralidad sexual, el culpable eres tú. Apuntar con el dedo a alguien más no es suficiente.

17. Toma tus decisiones morales con antelación, no en el tiempo de tentación.

Si pones tu alarma en la noche y te dices a ti mismo que decidirás en la mañana si te vas a levantar cuando suene, mejor ni la pongas. O estás comprometido a levantarte o no. Si se lo dejas a tus sentimientos en el momento de la verdad, vas a tomar la decisión equivocada. De nuevo: cuando eres fuerte toma las decisiones que te servirán en el momento de la debilidad.

18. Memoriza Escritura acerca de la pureza sexual y cítala cuando estés en tentación.

“En mi corazón he atesorado Tu palabra, para no pecar contra Ti” (Salmo 119:11). Cuando Satanás lo tentó, Jesús citó la Escritura para resistir. Cuando los ataques vienen, y vendrán, prepárate para tomar la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Efesios 6:17). Hay muchos pasajes de la Escritura de esta área. Escoge algunos y luego escribe cada uno en una tarjeta y trabaja para memorizarlos.

19. No hagas nada con tu cita que no quisieras que alguien más hiciera con tu futuro esposo o esposa.

Alguien en el mundo es el hombre o la mujer con la que vas a casarte. ¿Qué quisieras que estuvieran haciendo con alguien más? Vive ese estándar tú mismo. “ Y así como quieran que los hombres les hagan a ustedes, hagan con ellos de la misma manera” (Lucas 6:31).

20. Cuídate del “desgaste moral” de los noviazgos y compromisos largos.

Es fácil llegar a la cúspide emocional, desgastarte en la batalla por la pureza sexual, empezar a racionalizar que en realidad son una pareja y que después de todo han estado saliendo por muchos años y tal vez van a casarse de todos modos, así que “ya casi” o “más o menos” están casados, ¿verdad? No. Cuando se trata de la libertad de tener sexo solo hay dos clases de personas: los no casados (que no tienen la libertad) y los casados (que sí la tienen).

No te comprometas hasta que puedas poner la boda a la vista. Cuando eres una pareja comprometida las personas comienzan a tratarte como si ya no fueras soltero, cuando sí lo eres. Puedes engañarte a ti mismo y tomar los privilegios del matrimonio antes del matrimonio, especialmente la intimidad sexual.

21. Si violaste alguno de estos lineamientos, confiésalo, arrepiéntete, e implementa un plan para evitar violaciones futuras.

Cuando confiesas y te arrepientes de tus pecados, Dios te purificará:

“Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones” (Salmo 103:12).

“ Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Un hombre le confesó una vez a su sacerdote, “Padre, perdóname por robar media carga de heno anoche… no, una carga entera”. El sacerdote dijo, “¿Qué fue? ¿Media carga o una carga entera?”. El hombre respondió, “Una carga entera… voy a volver esta noche por la otra mitad”.

La confesión no es genuina si estás planeando repetir el mismo pecado. Debe haber arrepentimiento genuino.

Incluso si ya no eres virgen, puedes y debes comprometerte a una virginidad secundaria: mantenerte sexualmente puro de ahora en adelante, guardándote para solo aquella persona con la que te casarás, si es que Dios te concede a alguien. Necesitas más que buenas intenciones para mantener tu pureza; necesitas un plan. El plan que formules podría incorporar un número de aquellas cosas que ya hemos mencionado, pero debe incluir el huir de la tentación y la rendición de cuentas. Si estás comprometido en una relación con un cristiano en crecimiento, discútanlo honestamente y formulen un plan para prevenir que caigan de nuevo en intimidad fuera del matrimonio.

22. Sé radical: haz lo que sea necesario para guardar tu pureza sexual.

Cuando se trata de las causas del pecado, no esperes que vayan disminuyendo solas (nunca lo harán), da pasos decisivos para cortar con ellas completamente. Considera las poderosas palabras de Cristo en Mateo 5 (que se repiten en el 18:8-9):

“Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno” (Mateo 5:27-30).

Creo que Jesús usa esta impresionante imagen para persuadir a sus oyentes a que hagan lo que sea necesario para lidiar con la tentación. (La mano y el ojo no son la causa del pecado, sino que el ojo es un medio de acceso tanto para cosas santas o tentaciones, y la mano es un instrumento de acciones, ya sean santas o pecaminosas. Lo que el ojo ve y la mano toca es lo que debemos gobernar cuidadosamente para guardar nuestra pureza). Quitar una televisión del hogar, deshacerse de una computadora, o hacer lo que sea necesario para no pasar por una tienda de revistas pueden parecer medidas drásticas, ¡pero no se comparan con arrancarte un ojo o cortarte una mano! Jesús nos enseña que tenemos que pensar mucho más radical y contraculturalmente en nuestros esfuerzos para permanecer sexualmente puro.

No seas casual o gradual, sé decisivo. Si eso significa jamás entrar a Internet, jamás ir a una tienda de videos, jamás estar con cierta persona, jamás escuchar cierto tipo de música, entonces haz de eso una resolución, no importa qué tan radical o extremo parezca. (La Biblia no me dice que debo ver televisión o videos o enviar emails; sí me dice que debo guardar mi mente de la impureza). Podrías pensar, “Yo debería ser lo suficientemente fuerte para resistir esta tentación”, pero si no lo eres, haz lo que tengas que hacer para evitarla. Si estas cosas parecen muletas, está bien, usa lo que sea que necesites para que puedas caminar.

Un empresario cristiano que viaja casi todas las semanas me dijo que su caminar con Dios estaba completamente erosionado por una razón: él se hospedaba en hoteles y tenía una larga historia de fallar en resistir la tentación presentada por la “caja” negra encima del televisor, la cual lo invitaba a ver películas pornográficas.

Después de años de culpa y remordimiento, seguidos por caer vez tras vez en la misma tentación, finalmente cambió su estrategia. Un día, cuando se registró en un hotel, dijo, “Por favor saquen la televisión de la habitación”.

Cuando el recepcionista dijo, “Señor, si no desea ver televisión simplemente no la encienda”. Él respondió, “Soy un cliente que está pagando por su servicio, y quiero esa televisión fuera”. Ellos enviaron un hombre de mantenimiento para sacar la televisión y él pasó sus tardes leyendo la Escritura y libros cristianos sin ninguna tentación.

En el momento de fortaleza tomó una decisión que lo alejó de la tentación en el momento de debilidad. Él me dijo que ahora hace esto en cada hotel en el que se ha hospedado durante tres años y dijo, “Esta sencilla acción ha revolucionado mi vida cristiana”.

Si esto significa que nunca estés solo detrás de puertas cerradas con tu novio, que así sea. Haz lo que sea necesario. Ponte creativo, sé radical, y haz todo lo que puedas para evitar la tentación.

23. Pesa el costo de la impureza.

Piensa con antelación las devastadoras consecuencias del pecado sexual y serás menos propenso a cometerlo.

Las consecuencias son serias y muchas son continuas: perder tu virginidad, decepcionar a tu Señor, ser un mal ejemplo para tu familia o amigos, tener que decírselo en el futuro a alguien que amas; la fuerte posibilidad de un embarazo no deseado y enfermedades de transmisión sexual serias; las imágenes mentales de tu pecado sexual que pueden acosarte; los obstáculos que produce en el matrimonio el sexo antes del matrimonio; la mayor probabilidad de adulterio entre aquellos que tuvieron sexo antes del matrimonio.

Recuerda que si cometes el pecado de fornicación, eso jamás podrá ser neutralizado por el pecado aún más grande del aborto. El sexo prematrimonial es un pecado; el embarazo no es un pecado. No hagas que un hijo pague las consecuencias de tu decisión. Ten el valor de tomar la decisión correcta ahora.

No te digas a ti mismo que bien puedes ir a pecar porque de todos modos Dios te va a perdonar. Esto abarata la gracia de Dios. Cualquier concepto de gracia que hace que el pecado parezca poco importante no es bíblico. Dios perdona cuando nos arrepentimos sinceramente, pero si nos arrepentimos sinceramente lo demostraremos dando los pasos necesarios para evitar la tentación. Aun una persona perdonada debe lidiar con las consecuencias de su pecado. Si me emborracho, conduzco irresponsablemente, atropello a una niña de seis años, y la mato, si me arrepiento, Dios me perdonará. Pero su perdón no traerá de vuelta a la niña, ni me absolverá de las consecuencias legales y relacionales de mi pecado.

El pecado sexual tiene consecuencias duraderas; no presupongas que el perdón de Dios se las llevará todas. Él quita la culpa, pero no siempre quita las consecuencias. Así es como funciona la vida.

“Porque ésta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión degradante, como los Gentiles que no conocen a Dios” (1 Tesalonicenses 4:3-5).

Pensamientos finales

¿Estás listo para comprometerte o volverte a comprometer a una vida de pureza sexual? Ahora es el tiempo. Nada es más volátil que el momento de convicción. Responde ahora, o puede que jamás respondas.

No niegues la realidad. Dios creó un universo en el que la justicia siempre se recompensa a largo plazo, y la injusticia se castiga a largo plazo. Lo que es correcto siempre es lo que es inteligente:

“Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10).

“Si dices: ‘Mira, no sabíamos esto.’ ¿No lo tiene en cuenta el que sondea los corazones? ¿No lo sabe el que guarda tu alma? ¿No dará a cada hombre según su obra?” (Proverbios 24:12).

“Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta” (Mateo 16:27).

“Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17).

“Él pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2:6).

“Sabiendo que cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre” (Efesios 6:8).

Vive de manera que escuches un día a tu Señor diciendo “Bien hecho”. Permanece en el lado correcto del sistema moral del universo. Honra a Dios viviendo en pureza sexual. Si lo haces, experimentarás sus bendiciones y recompensas no solo hoy, mañana, y dentro de diez años, sino en la eternidad.

“Hice un pacto con mis ojos, ¿cómo podía entonces mirar a una virgen? ¿Y cuál es la porción de Dios desde arriba, o la heredad del Todopoderoso desde las alturas? ¿No es la calamidad para el injusto, y el infortunio para los que obran iniquidad? ¿No ve Él mis caminos, y cuenta todos mis pasos? Si he caminado con la mentira, y si mi pie se ha apresurado tras el engaño, que Él me pese en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad. Si mi paso se ha apartado del camino, si mi corazón se ha ido tras mis ojos, y si alguna mancha se ha pegado en mis manos,que yo siembre y otro coma, y sean arrancadas mis cosechas. Si mi corazón fue seducido por mujer, o he estado al acecho a la puerta de mi prójimo, que muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella. Porque eso sería una terrible ofensa, una iniquidad castigada por los jueces; porque sería fuego que consume hasta el Abadón, y arrancaría toda mi ganancia”. (Job 31:1-12).


Guidelines for Sexual Purity

I’ve developed the following material and presented it to many young people and their parents over many years. When my now married daughters were teenagers, I honed it further for sharing and discussion with them and the young men who asked to date them. Until we had gone over these principles together (my wife and I, our daughter and the boy) and made sure there was complete agreement, we didn’t allow a dating relationship to begin.

We found that this was a great help not only to our daughters but also to the young men who wanted to date them. We made our expectations clear, gave them specific guidance and principles (not just rules), and told them we’d be asking them if they were living up to these standards. This deepened our relationship, opened communication and created healthy accountability.

Though there were sometimes nervous jitters as family members (and especially the young men) anticipated these sessions, in each case the time together was strategic, encouraging and rewarding. Having consistently practiced this when they were dating, it was impossible for us and for our daughters to imagine them dating a young man without first openly addressing with him all the principles that follow. (Each time we did this, of course, it further reinforced these principles for our daughters and for us.)

“It is God’s will that you should be sanctified: that you should avoid sexual immorality; that each of you should learn to control his own body in a way that is holy and honorable, not in passionate lust like the heathen, who do not know God.” (1 Thessalonians 4:3-5).

Part One: What You Need to Know

1. Sex is good. God created it, God called it “good,” and it existed before there was any sin in the world.

Sex was not created by Satan, Playboy, Hollywood, HBO, rock musicians or the Internet. Sex was created by the holy God of heaven, where purity reigns.

God made sex physically desirable by creating us with sex drives, without which sex wouldn’t exist and neither would people. God’s Word speaks openly of the pleasure of sex within the marriage relationship (Proverbs 5:18,19; Song of Solomon 4:5; 7:1, 6-9).

We shouldn’t be ashamed to talk about what God wasn’t ashamed to create. However, God requires us to address the subject in keeping with his intentions and requirements, not the world’s. He warns us not to talk about sex in any inappropriate context:

But among you there must not be even a hint of sexual immorality, or of any kind of impurity, or of greed, because these are improper for God’s holy people. Nor should there be obscenity, foolish talk or coarse joking, which are out of place. (Ephesians 5:3-4)

God designed sex for the sacred union of marriage, and reserves it for that union. It is both the means by which children are conceived (something very close to God’s heart) and a means by which marital intimacy is expressed and cultivated. When it takes place in its proper context, God is definitely pro-sex.

2. Like all good gifts from God, sex can be misused and perverted.

Water is a gift of God, without which we couldn’t survive. But floods and tidal waves are water out of control, and the effects are devastating. Fire is an energy-producing gift of God that gives warmth and allows us to cook. But a forest fire or a house burning to the ground or a person engulfed in flames is fire out of control-it is horrible and frightening. Water and fire are good things which, when they occur outside their God-intended boundaries, become bad.

Likewise, God designed sex to exist within certain boundaries. When exercised in line with God’s intended purpose, it is beautiful and constructive. When out of control, violating God’s intended purpose, it becomes ugly and destructive. Sex is a good thing which, when it occurs outside its God-designed boundaries, becomes bad.

The problem isn’t sex—the problem is us. We’re sinners who can pervert, abuse, and rip away from their proper place the good things God created. The greater the gift from God, the more power it has both for good and bad. Inside marriage, sex has great power for good. Outside marriage it has equally great power for bad.

3. The boundaries of sex are the boundaries of marriage.

Sex and marriage go together. Sexual union is intended as an expression of a lifelong commitment, a symbol of the spiritual union that exists only within the unconditional commitment of marriage. Apart from marriage, the lasting commitment is absent and the sex act becomes a false expression, a lie.

Every act of sex outside of marriage cheapens both sex and marriage. Sex is a privilege inseparable from the responsibilities of the sacred marriage covenant. To exercise the privilege apart from the responsibility perverts God’s intention for sex.

Sex is designed to be the joining of two persons, of two spirits, not just two bodies. Sex should be giving to someone to whom I’m 100% committed (as measured by the state of legal marriage), not taking from someone to whom I’m uncommitted or partially committed.

“But we really love each other” has no bearing on the ethics of sexual intimacy—sex does not become permissible through subjective feelings, but through the objective lifelong commitment of marriage.

4. Your sexual purity is essential to your walk with God.

Sexual purity is not an option for an obedient Christian, it’s a requirement. God’s will is centered on our character and moral purity much more than on our circumstances, such as job, housing and schooling. You want to know God’s will? You don’t have to wonder. Here it is: “It is God’s will that you should be sanctified: that you should avoid sexual immorality” (1 Thessalonians 4:3). There is no sense seeking God’s will in other areas when you are choosing to live in sexual impurity in your mind or body.

     "Who may ascend the hill of the LORD? Who may stand in his holy place?
     He who has clean hands and a pure heart.” (Psalm 24:3-4)

     "If I had cherished sin in my heart, the Lord would not have listened.” (Psalm 66:18)

     "If anyone turns a deaf ear to the law, even his prayers are detestable.” (Proverbs 28:9)

     "When I called, they did not listen; so when they called, I would not listen,’ says the LORD Almighty.” (Zechariah 7:13)

Sexual purity is inseparable from a committed Christian life. If you are not living in sexual purity, God will not hear your other prayers until you offer the prayer of confession and repentance and commit yourself to a life of holiness (1 John 1:9).

5. You are vulnerable to sexual immorality.

Don’t kid yourself that it can never happen to you—it can. And if you don’t think it can, it almost certainly will.

     "Pride goes before destruction, a haughty spirit before a fall.” (Proverbs 16:18)

     "So, if you think you are standing firm, be careful that you don’t fall!” (1 Corinthians 10:12)

     "Brothers, if someone is caught in a sin . . . watch yourself, or you also may be tempted.” (Galatians 6:1)

If you think you’ll never be burglarized, you’ll fail to take precautions to keep it from happening. If you think you’ll never fall sexually, you’ll fail to take precautions to keep it from happening.

6. You are targeted for sexual immorality.

Years ago there was scuttlebutt about an international “hit list,” a calculated plan for paid assassins to murder strategic world leaders. The Enemy, Satan, has maintained a moral “hit list” throughout the ages. Since God’s children are close to God’s heart, Christians are at the very top of that list.

The more involved you are in serving Christ, the greater vested interests Satan has in destroying you and God’s work in and through you. The evil one wants to take you down and to use your life as a bad example to other Christians, who will imitate your moral compromise. God requires that we be holy and pure instruments to be used by him (2 Timothy 2:20-21). More Christians—including Christian leaders—become useless and are lost to serving Christ due to sexual immorality than anything else. (See my booklet Sexual Temptation: Establishing Guardrails and Winning the Battle.)

Here’s the reality—the forces of evil have taken out a contract on you. There’s a price on your head. Satan has declared war on you: “Our battle is not against flesh and blood, but against principalities and powers of darkness, against spiritual forces of evil in the invisible realm” (Ephesians 6:12). These evil beings have vested interests in your moral collapse. They will do everything in their power to strike out at Christ and his church through enticing you into immorality.

Satan is neither omnipresent nor omnipotent—there are only so many demons and none of them can be two places at once. Therefore, fallen angels attack and tempt not indiscriminately but with strategic purpose. Satan does not have to waste his time on those who have already made the biggest messes of their lives. Rather, he specially targets those whose fall would have the greatest negative effect on the kingdom of God. That’s why God’s Word warns Christians:

”Be self-controlled and alert. Your enemy the devil prowls around like a roaring lion looking for someone to devour” (1 Peter 5:8).

The devil wants to derail you from serving God. He wants you imprisoned to sin. God wants you free. Only by exercising self-control and being on alert can we expect to resist the enemy’s plan to lead us into sin. Satan “scouts us out” and knows only too well the chinks in the armor of every Christian. His aim is deadly, he excels at tailor-made temptations, and it is at our points of greatest vulnerability that he will attack.

Don’t forget that “the one [Christ] who is in you is greater than the one who is in the world” (1 John 4:4). As powerful as the evil one is to tempt us, God is infinitely more powerful to deliver us and has given us in Christ all the resources we need to live godly lives:

His divine power has given us everything we need for life and godliness through our knowledge of him who called us by his own glory and goodness. Through these he has given us his very great and precious promises, so that through them you may participate in the divine nature and escape the corruption in the world caused by evil desires. (2 Peter 1:3-4)

7. Your body belongs to God, not you.

"You are not your own; you were bought at a price. Therefore honor God with your body” (I Corinthians 6:20).

If it’s my house, I have the right to do what I want with it. If it’s someone else’s, I don’t. Sometimes when I’m speaking I ask to borrow a pencil from someone in the audience. Then I break it in half, throw it to the floor and stomp on it. There’s always a wide-eyed silence and expressions of shock and discomfort in the audience. I ask them why they’re bothered by what I’ve done, why they think I did something wrong. Someone always says “because it wasn’t your pencil.” Then I explain that it really was my pencil, that I gave it to the person ahead of time and asked her to hand it to me when I called on her. Suddenly it changes everything, because if it belongs to me, then (and only then) do I have the right to do with it as I please. If it belongs to someone else, I have no such right.

When you came to Christ, when you affirmed him as Lord of your life, you surrendered your entire self, including your body, to God. The title to your life was transferred from you to God. Christ owns you and your body. You are bought and paid for. “Your body” is really his body. He paid the ultimate price for it. What price? The shed blood of God Almighty! We are his both by virtue of his creation and his redemption. God has every right to tell me what to do with my mind and body. I have no right to do whatever I want with what belongs to God.

8. Sexual purity begins in the mind, not the body.

"As a man thinks in his heart, so is he” (Proverbs 23:7).

"For out of the heart come evil thoughts, murder, adultery, sexual immorality . . .” (Matthew 15:19-20).

"But I tell you that anyone who looks at a woman lustfully has already committed adultery with her in his heart” (Matthew 5:28).

You will inevitably adopt the morality of the programs, movies, books, magazines, music, Internet sites and conversations you participate in. GIGO—Garbage in, garbage out; Godliness in, godliness out. The cognitive is basic to the behavioral—you become what you choose to feed your mind on.

     Sow a thought, reap an action;
     Sow an action, reap a habit.
     Sow a habit, reap a character.
     Sow a character, reap a destiny.

Your future can be accurately predicted by what you allow your mind to dwell on. Sinful actions don’t come out of nowhere—they are the cumulative product of little moral compromises made over time, which ultimately culminate in ungodly behavior.

There’s nothing new about sexual temptation—what’s new is how it has invaded our homes. In first century Corinth there were prostitutes all over the streets, but when you entered your home you had a sanctuary from the temptation. We live in a technological Corinth, where immorality can come into the privacy of our home through airwaves (television) and modems (the Internet). Most of us are only a few pushbuttons away from sexual immorality of the mind. Every choice we make to view and contemplate immorality desensitizes us to its evil.

Actions, habits, character and destiny all start with a thought, and thoughts are fostered by what we choose to take into our minds. Therefore we should take extreme care about what we feed our minds on.

”Above all else, guard your heart [mind, inner being], for it is the wellspring of life” (Proverbs 4:23).

If someone wants to pollute water, he pollutes it at its source. If he wants to purify water, he purifies it at its source. Our thoughts are the source of our lives. All our lives flow from our mind, and through the choices we make every day we program our minds, either for godliness or ungodliness.

"Turn my eyes away from worthless things; preserve my life according to your word” (Psalm 119:37)

Our minds are not a vacuum—they will be filled with something. It is necessary to turn our minds from the worthless, but it’s not sufficient. We also must fill our minds with good thoughts that crowd out and combat the bad ones. It’s not enough to say “don’t think about anything bad.” (If I say, “don’t think about spiders,” what do you think about?) We must also choose to think about the good. (If I say “think about your favorite dessert,” pretty soon you stop thinking about spiders.) Time in the Word, in prayer, and in conversations with Christ-centered friends reinforces our commitment to purity.

"Whatever is true, whatever is noble, whatever is right, whatever is pure . . . think about such things” (Philippians 4:8).

We can’t avoid every temptation, but we can avoid many of them, and we can certainly resist their attempts to take hold of us. Martin Luther said, “You can’t keep the birds from flying over your head, but you can keep them from making a nest in your hair.”

Be careful what you expose your mind to. If you’re on a diet, don’t go to Baskin & Robin’s. If you do, your resistance will break down. If you want to abstain from lust you don’t go places and watch movies and programs and read things that stimulate lust.

Your body will go where your mind allows it to. When it comes to your sexual purity, the ultimate battle is in your mind. Don’t give your mind junk food. Be sure you’re getting spiritual nutrition.

9. Since God doesn’t want you to have premarital sex, neither does he want you to do that which prepares your body for premarital sex.

“How far can I go?” This is a common question, but it isn’t the best question because usually it means “how close can I get to disobeying God without actually doing it?” If a parent tells his child “Don’t step out on the freeway,” an obedient child won’t go dangle his leg over the freeway, he’ll stay far away from it. By putting himself close to the freeway, he subjects himself to unnecessary temptation to act on his impulses, disobey and put himself in grave danger.

God made the body and mind with sex drives, and as those drives are stimulated they move toward a climax—this is a simple fact of life that no one should be naïve about. Caressing each other in sexually stimulating ways is foreplay, and foreplay is designed by God to culminate in sexual intercourse. Since intercourse is forbidden outside marriage, so is foreplay. Since sexual intercourse before marriage is wrong, it is also wrong to engage in activity that propels mind and body toward sexual intercourse.

"Flee the evil desires of youth, and pursue righteousness, faith, love and peace, along with those who call on the Lord out of a pure heart.” (2 Timothy 2:22)

There is a continuum of physical contact that begins with things like sitting close and hand-holding on the near side and moves to sexual intercourse on the far side. In between might be an arm around the shoulder, a brief hug, a kiss on the cheek, a kiss on the mouth, a longer hug, prolonged kissing, fondling, etc. Scripture does not spell out exactly what “intermediate” behavior is permissible, but one thing is certain—the line must be drawn before either of you becomes sexually stimulated. This means that fondling—and anything else that results in a “turn on”—is forbidden.

If one of you begins to be stimulated even by an apparently innocent physical contact, then both of you should back off immediately. If you don’t back off, you are choosing to stay on a canoe headed toward a waterfall. This is not just wrong, it’s stupid. (Those who allow their minds to dwell on what’s immoral and who engage in sexual stimulation together shouldn’t be surprised when they have sexual intercourse. It’s simply the natural result of the choices they’ve made. If you want a different outcome, you must make different choices.)

Guys are more quickly and easily stimulated than girls. A girl often thinks extended kisses and hugs are fine, naïve to the fact that the guy is sexually stimulated and is tempted to push for more. Again, make sure you draw the line far enough back that neither of you crosses it.

10. Once you let your body cross the line, it will neither know nor care about your Christian convictions.

Some Christians pray God will protect their purity, then willfully put themselves into temptation and wonder why God didn’t answer their prayer. This is like putting a book at the corner of a table and praying “God please don’t let this book fall,” when all the while you keep pushing it further and further off the edge. No matter how fervently you pray that the book won’t fall, it will fall if you continue to choose to push it. No matter how fervently you pray that you will not fall into immorality, you will fall if you continue to make choices that feed your temptation toward immorality. Don’t allow your choices to undermine and invalidate your prayers.

11. If you have sexual intimacy with someone outside marriage, you are stealing from God and the other person.

Since he or she belongs to God, not you, that means you are borrowing this person for the evening. Be careful what you do with what doesn’t belong to you. You’ll be held accountable to his or her Owner.

12. God has your best interests in mind when he tells you not to have premarital sex.

What’s right is always smart, and always for your good. Sex is not just something you do—sex is someone you are. It is linked to the welfare of your whole person.

Having sex outside of marriage is self-destructive in every sense. Sexual purity is always for the best—not only for God and others, but for you.

13. God would not tell you to abstain from impurity if it was impossible to obey him.

God is not cruel. He doesn’t command you to abstain from necessities, such as eating or drinking or breathing. Sex is something everyone can abstain from—it is a strong desire, yes, but never an emergency, never a necessity. Christ has given us the resources to resist every temptation:

"The grace of God teaches us to say ‘No’ to ungodliness and worldly passions, and to live self-controlled, upright and godly lives in this present age” (Titus 2:12).

"His divine power has given us everything we need for life and godliness through our knowledge of him who called us by his own glory and goodness. Through these he has given us his very great and precious promises, so that through them you may participate in the divine nature and escape the corruption in the world caused by evil desires” (2 Peter 1:3-4).

You do not have to watch that movie. You can turn it off, walk out, go in the other room. You don’t have to click on that link to an ungodly website. You don’t have to fondle the person you’re dating. You can and should draw upon your resources in Christ, and say “no” to temptations to sin.

14. Satan will lie to you about sex, but Jesus tells you the truth.

Jesus said of Satan, “He was a murderer from the beginning, not holding to the truth, for there is no truth in him. When he lies, he speaks his native language, for he is a liar and the father of lies” (John 8:43-44).

Satan is an expert at telling lies, and he tells them smoothly and convincingly. He has persuaded many young people “it’s okay to touch her there, it’s okay to let him touch you, it’s natural, it won’t hurt anything.” Soon there’s lust, sin, devastation, disillusionment, loss of respect, conflict, insecurity and sometimes unwanted pregnancy and sexually transmitted diseases. Many young people end up angry and bitter at themselves and others because they bought the lie, the relationship is ruined and now they are paying the price.

Satan is a liar, but Jesus is the truth and the truth-teller (John 14:6). He said, “If you hold to my teaching, you are really my disciples. Then you will know the truth and the truth will set you free” (John 8:32). Those who believe Satan’s lies about sex end up in bondage. Those who believe Christ’s truth about sex end up free.

Identify and meditate on the truths Christ tells you. Identify and reject the lies Satan tells you.

15. You must learn to think long term, not short term.

Good or bad, you will always reap what you sow—you will always harvest the consequences of your choices.

'Do not be deceived: God cannot be mocked. A man reaps what he sows. The one who sows to please his sinful nature, from that nature will reap destruction; the one who sows to please the Spirit, from the Spirit will reap eternal life. Let us not become weary in doing good, for at the proper time we will reap a harvest if we do not give up.” (Galatians 6:7-9)

It doesn’t matter how smart you think you are. It doesn’t matter whether you have a Ph.D. in physics, if you step off the tenth story of a building, you will fall to your death. Gravity is law—there’s just no getting around it. Likewise, God has set up spiritual laws that govern the universe, including laws concerning our sexual behavior. If we break his commandments, ultimately we get broken.

Scripture teaches two basic alternatives in life, the way of God and the way of men, the way of holiness and the way of sin. Proverbs speaks of the path of wisdom and the path of foolishness, and calls upon us to make right choices, which are also wise, and avoid wrong choices, which are also foolish. After laying out the blessings of obedience and the curses of disobedience, God said,

"This day I call heaven and earth as witnesses against you that I have set before you life and death, blessings and curses. Now choose life, so that you and your children may live” (Deuteronomy 30:19).

The lifelong consequences of sexual impurity are worse than we can imagine. The lifelong rewards of sexual purity are greater than we can imagine.

 

Part Two: What You Need to Do (Guidelines for Protecting Purity in Dating)

1. Realize you don’t have to date.

Much sexual temptation today is created by our social practice of coupling and isolating young people instead of doing what the Hebrew culture and many others have done—requiring that single people spend time together only in a context supervised by parents and other adults.

This structure of direct parental involvement and carefully overseen courtship has been the normal social structure; it is ours that is abnormal. In our culture, the unprecedented combination of young people’s leisure time, money, transportation and being permitted to be alone for long hours and late at night—and the large gap between the average age of puberty and marriage—have proven overwhelming temptations to many, Christians included. (This is especially true in a culture that distorts teen sex, making it look romantic and healthy, when in fact it is usually unfulfilling, often emotionally devastating, and always morally wrong.)

Many people think that to be normal you have to date. But just because lots of other people do doesn’t mean you have to. It’s an option, not a need. With the upside comes the downside of definite risks and temptations. You can enjoy fun positive friendships with people of the opposite sex and be involved in all sorts of activities without coupling up with one person. 

If you do choose to date, the following guidelines can help you maintain a walk with God and guard your purity.

2. If you’re a Christian, only date Christians.

Dating is the path to marriage. You will not marry every person you date. But the person you marry will be someone you dated. Therefore every date is a potential mate. There is no such thing as “just dating”—you don’t “just” bungee jump from a helicopter, or “just” fight on the front lines of a battle and you don’t “just” date. It’s too important to say “just.” Too much is at stake.

God says “Do not be yoked together with unbelievers . . . what fellowship can light have with darkness?” (2 Corinthians 6:14). Don’t enter into any relationship that could compromise your convictions. The closer the relationship the greater the danger.

There are many contexts in which to do evangelism—dating isn’t one of them. God doesn’t call anyone to missionary dating. Far too much is at risk. For the same reason you wouldn’t marry a nonchristian, you shouldn’t date one. If you wouldn’t eat poison mushrooms, don’t put them on your plate. If that seems an unfair comparison to dating an unbeliever, reread 2 Corinthians 6:14.

If you wouldn’t marry a person because they don’t know Christ, that’s a good enough reason not to date them. More young men and women are derailed from their walk with Christ by dating nonbelievers than anything else. The longer you allow a relationship to go on with a nonbeliever, the more cloudy your judgment will become and the more likely you will commit immorality and turn your back on the Lord in other ways. Convictions waver when we place ourselves in the realm of temptation. There is only one way to be sure you do not marry an unbeliever: never date an unbeliever.

3. If you’re a committed disciple, only date committed disciples. (And if you’re not a committed disciple, why aren’t you?)

It is necessary to date only Christians, but it is not sufficient. Many Christians lack moral fiber, convictions, maturity, and discipline. Just because a person is a Christian doesn’t make him or her morally safe or a worthy partner. Let’s face it—some Christians are still jerks, and a Christian jerk is still a jerk.

Don’t expect perfection in the person you date. But do expect character and godliness. Don’t date someone with spiritual problems or character deficiencies that would cause you not to marry them.

This assumes that you yourself are a growing Christian, that you are developing a strong character and strong convictions. If you’re not a committed, growing disciple, then a committed, growing disciple shouldn’t be dating you. Don’t only think about being out of God’s will if you date the wrong person—also think about whether someone else would be out of God’s will dating you. The first key is being the right person, the second key is dating the right person.

4. Choose dates by character, not just appearance.

“The LORD does not look at the things man looks at. Man looks at the outward appearance, but the LORD looks at the heart.” (1 Samuel 16:7)

Appearances change over time. You’ll find that out at your ten year and twenty year class reunions! But even in the short-run, a person who looks great at first glance but who lacks character and depth quickly becomes less attractive. A person with strong character quickly becomes more attractive. When we judge people by their appearances, often we turn out to be dead wrong—and meanwhile we may have made foolish choices.

5. Realize Christ is watching and is with you all evening—wherever you go and whatever you do.

He is watching you because he is omniscient. He is with you because he’s omnipresent, but as a believer he is with you in a very special way—he indwells you, you are his holy temple. You are the holy of holies, the dwelling place of the Almighty: “Do you not know that your bodies are members of Christ himself? Shall I then take the members of Christ and join them to a prostitute (or anyone else in an immoral action)? Never!” (1 Corinthians 6:15). Since the Holy Spirit of God is within us, when we do evil with our bodies we bring God himself to the evil with us. This should be an unthinkable blasphemy for any Christian.

6. Realize where you go and who you go with will influence your sexual desires.

It’s our nature to be influenced by our surroundings. When we put ourselves in a godly atmosphere with godly people, we are influenced toward godliness. When we put ourselves in an ungodly atmosphere with ungodly people we are influenced toward ungodliness.

"Do not be misled: ‘Bad company corrupts good character.’” (I Corinthians 15:28)

"He who walks with the wise grows wise, but a companion of fools suffers harm.” (Proverbs 13:20)

"Stay away from the foolish man, because you will not find knowledge on his lips.” (Proverbs 14:7)

". . . rash, conceited, lovers of pleasure rather than lovers of God . . . Have nothing to do with them.” (2 Timothy 3:4-5)

7. Realize your date is your brother or sister in Christ—not your “lover.”

“Treat older women as mothers, and younger women as sisters, with absolute purity” (1 Timothy 5:2). Don’t go into dating with the goal of romance, but the goal of spending time with your brother or sister. When you begin a relationship, a rule of thumb is, don’t do anything physically you wouldn’t do with your brother or sister.

If a Christ-centered and positive relationship develops, then you might move to cautious displays of affection such as hand-holding. But be alert to the difference between appropriate affection and intimacy. You must stay safely back from the line where either one is propelled toward sexual intimacy. It’s very hard to move back once you’ve crossed a line—so don’t cross it in the first place.

This person may end up being a lifelong friend, or married to your best friend. Don’t do anything with him or her that would cause you to be embarrassed or self-conscious if you end up being best man or maid of honor at his wedding.

8. Focus on talk, not touch; conversation, not contact.

Dating is a time to explore minds and souls, not bodies. Treat your date as a subject to listen to and understand and appreciate, not an object to experiment with, conquer or satisfy your desires.

9. Avoid fast moving relationships and instant intimacy.

Pace your relationship. Take it step by step, don’t go into a free fall. A car moving too fast is likely to swerve out of control when it hits a slick spot. Keep your foot near the brake. Don’t let this relationship get out of control.

10. Plan the entire evening in advance, with no big gaps.

Gaps always get filled, often with temptations to sexual impurity. Know what you’re doing and either stick with the plan or go somewhere safe, where you’re in the sight of others (particularly others who respect the need for purity). You can still have a private conversation even in a room full of people. But their presence will encourage you to focus on the conversation rather than on temptation to impurity.

11. Avoid setups like the plague.

Setups include such things as being alone on a couch or in a car late at night or in a bedroom. (Stay out of each other’s bedrooms!) Learn not to trust yourself too much. Psychologist Henry Brandt’s teenage son asked him, “Dad, don’t you trust me?” Brandt responded, “Alone, late at night, in a car, with a girl? I don’t trust me—why should I trust you?”

Determine to stay away from the setup, rather than putting yourself in the setup and having to call on your convictions when your resistance is at its lowest, and you’re most likely to give in. In the moment of strength, make decisions that will avoid temptation in the moment of weakness. When you’re on a diet, don’t step foot in a doughnut shop. In fact, don’t even walk down the street the doughnut shop’s on.

12. Be accountable to someone about your physical relationship.

This should be a committed brother or sister in Christ, usually the same gender as you. It should be someone who takes sexual purity seriously, someone with wise advice, who will pray for you and help hold you accountable to high standards.

Parents should talk openly with their children involved in dating relationships. They should go over these guidelines for purity and tell their kids, “Because we love you and it’s our job to protect you, from time to time we’re going to ask you how you’re doing in maintaining purity in your relationship.” It is not only a parent’s right to ask such a question, but his responsibility.

We all need someone to be honest with us. It’s a great help just to have someone ask you, “How did it go last night? Did you honor the Lord? Did you maintain your purity?” If you know someone’s going to ask, it’s a great motivator to choose wisely.

13. Pray together at the beginning and end of each date.

Commit the evening or day in advance to the Lord. Ask him to be pleased in everything you do. Plan to pray at the end of the date to thank him for the evening. If you know this prayer is coming, it will help you to be sure to control yourself and please God.

14. Imagine your parents and church leaders are watching you through the window.

Would that change how you behave? Then realize your life is not private, it’s an open book to be seen by a watching world:

"What you have said in the dark will be heard in the daylight, and what you have whispered in the ear in the inner rooms will be proclaimed from the roofs” (Luke 12:3).

Meditate on the fact that someone much more holy than your parents and church leaders, and to whom you are even more accountable, is watching you, even when you tell yourself you’re alone. God is omniscient and omnipresent. He is the Audience of One:

"Where can I go from your Spirit? Where can I flee from your presence. If I go up to the heavens, you are there; if I make my bed in the depths, you are there." (Psalm 139:7-10)

"Can anyone hide in secret places so that I cannot see him?” declares the LORD. ”Do not I fill heaven and earth?” (Jeremiah 23:23-24).

"The eyes of the Lord are everywhere, keeping watch on the wicked and the good” (Proverbs 15:3).

"My eyes are on all their ways; they are not hidden from me, nor is their sin concealed from my eyes.” (Jeremiah 16:17)

God not only sees our actions, he knows our thoughts:

"You perceive my thoughts from afar. Before a word is on my tongue you know it completely, O Lord.” (Psalm 139:2, 4)

"[God] knows the secrets of the heart.” (Psalm 44:21)

"I the Lord search the heart and examine the mind.” (Jeremiah 17:10)

In temptation our theology becomes very cloudy. The truth is, there is no such thing as a private moment. God is never in the dark. He is always watching. We may fool ourselves and others, but never God. He knows what we’re thinking about and what we’re doing. And it is his appraisal of our life that ultimately matters.

15. When you sense the temptation coming, before things start to get out of control, RUN.

“Flee from sexual immorality” (1 Corinthians 6:18). When it comes to sexual temptation, it always pays to be a coward. In this battle, retreat is always the first line of defense. He who hesitates (and rationalizes) is lost.

Joseph demonstrated this with Potiphar’s wife:

"And though she spoke to Joseph day after day, he refused to go to bed with her or even be with her . . . She caught him by his cloak and said, ‘Come to bed with me!’ But he left his cloak in her hand and ran out of the house.” (Genesis 39:10, 12)

Joseph not only refused to go to bed with her but to “even be with her.” He saw the danger signs and avoided her. And when she finally pushed herself on him, he did not trust himself to stay where he was, but ran out of the house. Don’t stay and try to “resist” temptation when you have the option of running from it. And don’t choose to be near someone when that person is a source of temptation to you, or you are to her.

16. Write out your own standards and enforce them yourself—never depend on your date.

You as an individual are responsible and accountable to God for what you do (Romans 14:10-12; 2 Corinthians 5:10). Someone else’s convictions or lack of convictions, or self-control or lack of self-control is not the issue. (Though you should never be dating someone who lacks convictions and self-control). You are fully responsible for your behavior. If you fall into sexual immorality you have yourself to blame. Pointing the finger at someone else doesn’t cut it.

17. Make your moral decisions in advance—not in the time of temptation.

If you set your alarm clock at night and tell yourself you’ll decide in the morning whether you need to get up when the alarm goes off, you may as well not set it. Either you are committed to getting up or you’re not. If it’s left to your feelings in the moment of truth, you’ll make the wrong decision. Again: in the moment of strength make choices that will serve you well in the moment of weakness.

18. Memorize Scripture on sexual purity and quote it when tempted.

“I have hidden your Word in my heart that I might not sin against you” (Psalm 119:11). When Satan tempted him, Jesus quoted Scripture to resist. When the attacks come, and they will, be ready to take up the sword of the Spirit, which is the Word of God (Ephesians 6:17). There are many Scripture passages in this handout. Choose some, then write each one on a note card and work on memorizing them.

19. Don’t do anything with your date you wouldn’t want someone else doing with your future mate.

Somewhere out there is the man or woman you’re going to marry. What do you want them to be doing now with someone else? Then live by that standard yourself. “Do to others as you would have them do to you” (Luke 6:31).

20. Look out for the “moral wear down” of long dating relationships and long engagements.

It’s easy to peak out emotionally, to wear down in the battle for sexual purity, to begin to rationalize that you’re really a couple, and after all you’ve been dating for years and maybe you think you’re going to get married anyway, so you’re “almost” or “sort of” married, right? Wrong. When it comes to the freedom to have sex there’s just two kinds of people—the unmarried, who don’t have that freedom, and the married, who do.

Don’t get engaged until you can put the wedding in sight. When you’re engaged people begin to treat you as no longer single, when in fact you are. You can be deceived into slipping into some of the privileges of marriage before marriage, especially sexual intimacy.

21. If you’ve violated some of these guidelines, confess, repent and implement a plan to prevent future violations.

When you confess and repent of your sins, God will cleanse you:

"As far as the east is from the west, so far has he removed our transgressions from us.” (Psalm 103:12)

"If we confess our sins, he is faithful and just and will forgive us our sins and purify us from all unrighteousness.” (1 John 1:9)

A man once confessed to his priest, “Father, forgive me for stealing a half load of hay last night . . . no, make it a whole load.” The priest said, “Which was it, a half load or a whole load?” The man replied, “Make it a whole load . . . I’m going back tonight for the other half.”

Confession is not genuine when you are planning to repeat the same sin. There must be true repentance.

Even if you are no longer a virgin you can and should commit yourself to secondary virginity—to remain sexually pure from this day forward, preserving yourself only for your marriage partner, should God choose to give you one. You need more than good intentions to maintain your purity—you need a plan. The plan you formulate may incorporate a number of elements we’ve mentioned, but it should include avoidance and accountability. If you are committed to a relationship with a growing Christian discuss it honestly and formulate a plan to prevent falling back into premarital intimacy.

22. Be radical—do whatever it takes to guard your sexual purity.

When it comes to causes of sin, don’t wait for them to taper off on their own (they never will), take decisive steps to cut them off. Consider Christ’s powerful words in Matthew 5 (repeated in 18:8-9):

"You have heard that it was said, ‘Do not commit adultery.’ But I tell you that anyone who looks at a woman lustfully has already committed adultery with her in his heart. If your right eye causes you to sin, gouge it out and throw it away. It is better for you to lose one part of your body than for your whole body to be thrown into hell. And if your right hand causes you to sin, cut it off and throw it away. It is better for you to lose one part of your body than for your whole body to go into hell.” (Matthew 5:27-30)

I believe Jesus uses this shocking picture to persuade his listeners to do whatever is necessary to deal with temptation. (The hand and eye are not the causes of sin, but the eye is a means of access for both godly input and temptation, and the hand an instrument of action, either sinful or righteous. What the eye looks at and the hand touches is what we must carefully govern to guard our purity.) Removing a television from a home, getting rid of a computer, or going out of your way to never walk by a magazine rack may appear drastic measures, but they’re nothing compared to gouging out an eye or cutting off a hand! Jesus is teaching us that we need to think much more radically and counter—culturally in our efforts to be sexually pure.

Don’t be casual or gradual, be decisive. If that means never going onto the Internet, never going into a video store, never being with a certain person, never listening to certain kinds of music, then make that resolution, no matter how radical or extreme it seems. (The Bible doesn’t tell me I must watch TV or videos or send email—it does tell me I must guard my mind from impurity.) You might think “I should be strong enough to resist this temptation,” but if you aren’t, take every step to avoid it. If these things seem like crutches, fine—use whatever crutches you need to help you walk.

A Christian businessman who travels nearly every week told me his walk with God had been completely eroded because of one reason—he stayed in hotels and had a long history of failing to resist the temptation presented by the “black box” on top of the TV set, which kept enticing him to view pornographic movies.

After years of guilt and regret, followed by succumbing again and again to this same temptation, he finally changed his strategy. One day when he checked into a hotel, he said “Please have the TV removed from my room.”

When the desk clerk said, “Sir, if you don’t want to watch TV, just don’t turn it on,” he replied, “I’m a paying customer, and I’d like the television removed.” They sent in a maintenance man to remove it and he spent his late evenings reading Scripture and Christian books with no temptation toward viewing.

In the moment of strength he made a decision that kept him from temptation in the moment of weakness. He told me he has done this in every hotel he stays at for the last three years and said, “This single action has revolutionized my Christian life.”

If this means never being alone behind closed doors with your date, so be it. Do whatever it takes. Get creative, get radical, and do all you can to avoid temptation.

23. Count the cost of impurity.

Rehearse in advance the devastating consequences of sexual sin and you’ll be less likely to commit it.

The consequences are serious and many of them are ongoing—losing your virginity, disappointing your Lord, being a bad example to family or friends, having in the future to tell someone you love; the strong possibility of unwanted pregnancy and serious sexually transmitted diseases; the mental images of your sexual sin that can plague you; the hindrances to marriage produced by premarital sex; the greater possibility of extramarital sex (adultery) among those who’ve had premarital sex.

Remember that if you do commit the sin of fornication, that can never be neutralized by the greater sin of abortion. Premarital sex is a sin; pregnancy isn’t a sin. Don’t make a child pay the consequences for your wrong choice. Have the courage to make the right choice now.

Don’t tell yourself you may as well go ahead and sin since God will forgive you anyway. This cheapens the grace of God. Any concept of grace that makes sin seem unimportant is not biblical. God forgives when we sincerely repent, but if we sincerely repent we will show it by taking necessary steps to avoid temptation. Even a forgiven person must deal with many consequences to his sin. If I get drunk, drive recklessly, run over a six year old girl and kill her, if I repent, God will forgive me. But his forgiveness will not bring the girl back to life, nor will it absolve me of legal and relational consequences of my sin. Sexual sin has lasting consequences—don’t presume upon God’s forgiveness to take them all away. He removes guilt, but he doesn’t always remove consequences. That’s just how life works.

“It is God’s will that you should be sanctified: that you should avoid sexual immorality; that each of you should learn to control his own body in a way that is holy and honorable, not in passionate lust like the heathen, who do not know God.” (1 Thessalonians 4:3-5).

Final Thoughts

Are you ready to commit or recommit yourself to a life of sexual purity? Now is the time. Nothing is more fleeting than the moment of conviction. Respond now, or you may never respond.

Don’t deny reality. God made a universe in which righteousness is always rewarded in the long run, and unrighteousness is always punished in the long run. What’s right is always what’s smart:

”I the LORD search the heart and examine the mind, to reward a man according to his conduct, according to what his deeds deserve.” (Jeremiah 17:10).

”Does not he who weighs the heart perceive it? Does not he who guards your life know it? Will he not repay each person according to what he has done?” (Proverbs 24:12)

”For the Son of Man is going to come in his Father’s glory with his angels, and then he will reward each person according to what he has done.” (Matthew 16:27)

”‘Well done, my good servant!’ his master replied. ‘Because you have been trustworthy in a very small matter, take charge of ten cities.’” (Luke 19:17)

”God will give to each person according to what he has done.” (Romans 2:6)

”Because you know that the Lord will reward everyone for whatever good he does.” (Ephesians 6:8)

Live in such a way as to hear your Lord say to you one day, “Well done.” Get on the right side of the universe’s moral system. Honor God by living in sexual purity. If you do, you’ll experience his blessing and rewards not only today, tomorrow, and ten years from now, but throughout eternity.

“I made a covenant with my eyes not to look lustfully at a girl. For what is man’s lot from God above, his heritage from the Almighty on high? Is it not ruin for the wicked, disaster for those who do wrong? Does he not see my ways and count my every step? If I have walked in falsehood or my foot has hurried after deceit—let God weigh me in honest scales and he will know that I am blameless—if my steps have turned from the path, if my heart has been led by my eyes, or if my hands have been defiled, then may others eat what I have sown, and may my crops be uprooted. If my heart has been enticed by a woman, or if I have lurked at my neighbor’s door, then may my wife grind another man’s grain, and may other men sleep with her. For that would have been shameful, a sin to be judged. It is a fire that burns to Destruction; it would have uprooted my harvest.” (Job 31:1-12)

The Purity PrincipleThe Purity Principle includes practical guidelines to protect purity, for singles, for married couples, and for parents who wish to train their children in purity. These include controlling the television and internet, and offering alternatives for how to spend our time. It also includes confession, repentance and developing biblical accountability that doesn’t just admit sin, but prevents it.

 

 

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Randy Alcorn (@randyalcorn) is the author of over sixty books and the founder and director of Eternal Perspective Ministries

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