Comiendo Y Bebiendo En La Nueva Tierra, Extracto de 50 Días del Cielo (Eating and Drinking on the New Earth, Excerpt from 50 Days of Heaven)

¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! — Lucas 14:15

¿Son los banquetes simbólicos, y el vino simbólico y los ríos y árboles simbólicos de alguna forma superiores a los banquetes reales, el vino real y los ríos y árboles reales en el plan eterno de Dios? Estas cosas son simplemente algunas de las características excelentes de la perfección y de la bondad final de la creación física que Dios ha hecho.1 — Wayne Grudem

Palabras que describen comer, comidas y alimentos aparecen más de mil veces en las Escrituras, y la traducción de la palabra “fiesta” (banquete) ocurre 187 veces. Una fiesta involucra celebración y diversión. A menudo durante las comidas se desarrollan conversaciones importantes, se cuentan historias, se edifican relaciones y la gente ríe alrededor de la mesa. Las fiestas, incluyendo la Pascua, eran reuniones espirituales que dirigían la atención hacia Dios, su grandeza y sus propósitos redentores.

A las personas que se aman les encanta comer juntas. Jesús les dijo a sus discípulos: “Por eso, yo mismo les concedo un reino, así como mi Padre me lo concedió a mí, para que coman y beban a mi mesa en mi reino” (Lucas 22:29-30).

Las Escrituras dicen: “Sobre este monte, el Señor Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete de manjares especiales, un banquete de vinos añejos, de manjares especiales y de selectos vinos añejos” (Isaías 25:6).

El Jesús resucitado invitó a sus discípulos: “Vengan a desayunar.” Él les preparó una comida y luego comió pan y pescado con ellos (Juan 21:4-14). Jesús probó que los cuerpos resucitados pueden comer comida, verdadera comida. Cristo se podría haber abstenido de comer. El hecho de que no lo hizo es una declaración poderosa acerca de la naturaleza de su cuerpo resucitado, y por inferencia, del nuestro. “Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso” (Filipenses 3:20-21).

Otros pasajes indican que comeremos en fiestas con Cristo en un reino terrenal. Jesús les dijo a sus discípulos: “Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios” (Lucas 22:18). ¿A dónde vendrá el reino de Dios? A la Tierra. ¿Dónde alcanzará el reino de Dios su estado final y eterno? En la Nueva Tierra.

Jesús dijo: “Muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mateo 8:11).

En el Cielo un ángel le dijo a Juan: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!” (Apocalipsis 19:9). ¿Qué es lo que hace la gente en una cena, especialmente en una cena de bodas? Comen y beben, hablan, cuentan historias, celebran, ríen y comen postre. Las fiestas de bodas en el Oriente Medio por lo general duraban una semana. (Y nosotros no sólo vamos a ser invitados, ¡seremos la novia!)

En una ocasión, mientras comía en la casa de un fariseo prominente, Jesús le dijo a su anfitrión: “Cuando des una comida o una cena . . . invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:12-14).

Cuando Jesús hizo esta referencia a la resurrección de los muertos, un hombre en la misma cena le dijo a él: “¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!” (Lucas 14:15). Debido a que estaban comiendo juntos en ese momento, es obvio que el hombre se refería a comer y a un banquete literal. Si el hombre estaba equivocado al imaginarse comida literal después de la resurrección final, Jesús tuvo toda oportunidad de corregirlo. Pero no lo hizo. De hecho, él continuó con el pensamiento de las palabras de ese hombre para relatar una historia acerca de alguien que preparó un banquete e invitó a muchas personas (Lucas 14:16-24). Es claro que tanto Jesús como el hombre estaban hablando de realmente comer en los banquetes verdaderos, como el que estaban celebrando en ese momento.

Yo no siempre tomo la Biblia en forma literal. Las Escrituras contienen muchas figuras del lenguaje. Pero el hecho de que la Biblia usa algunas figuras del lenguaje para describir al Cielo no quiere decir que todo lo que la Biblia dice acerca del Cielo es figurativo. Cuando se nos dice que tendremos cuerpos de resurrección como el de Cristo, y que él comió en su cuerpo de resurrección, ¿por qué deberíamos asumir que él habló en forma figurativa cuando se refirió a las mesas, los banquetes y a comer y beber en su reino?

Se nos ordena: “Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios 6:20, RV60). ¿Qué es lo que haremos por la eternidad? Glorificar a Dios en nuestro cuerpo. Se nos dice: “Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). ¿Qué haremos por la eternidad? Comer, beber y hacer todas las cosas para la gloria de Dios.

La comida que comemos viene de la mano de Dios. Podemos confiar que la comida que comeremos en la Nueva Tierra, alguna de ella familiar y otra completamente nueva, tendrá mejor sabor que todo lo que hayamos comido aquí. No necesitaremos comidas finas en el Cielo; no las necesitamos ahora, pero las disfrutamos ahora por la misma razón que las disfrutaremos entonces—porque Dios nos creó para que disfrutemos la comida y lo glorifiquemos mientras comemos y bebemos (1 Corintios 10:31). Dios nos dice que él “nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).

En la Nueva Tierra, beberemos “de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6). Dios preparará para nosotros “un banquete de vinos añejos . . . de selectos vinos añejos” (Isaías 25:6). No sólo beberemos agua y vino, sino que comeremos de la fruta de los árboles (Apocalipsis 22:2), y tenemos todas las razones para creer que beberemos jugo hecho de las doce frutas del árbol de la vida.

Junto con agua, vino y jugo de fruta, ¿hay alguna razón para suponer que no tomaremos café o té en el Cielo? ¿Se puede imaginar tomando una taza de café o de té con Jesús en la Nueva Tierra? Si no se lo puede imaginar, ¿por qué no?

Los que sufren de alergia a ciertas comidas, tienen problemas con su peso o adicciones—y por lo tanto no pueden comer ciertas comidas o tomar ciertas bebidas—pueden esperar con ansias disfrutar de toda cosa buena en la Nueva Tierra. Ser liberados del pecado, de la muerte, y de las ataduras en la Nueva Tierra no quiere decir que vamos a disfrutar de menos placeres, sino de más. Y el Dios que se deleita en nuestros placeres será glorificado con nuestra adoración agradecida.

Usted y yo nunca hemos comido alimentos en un mundo que no ha sido tocado por la caída y la maldición. La comida más sabrosa que jamás hayamos comido no es ni siquiera tan buena como debe haber sido en el Edén o como será en la Nueva Tierra.

¿Se le hace agua la boca cuando piensa en los sabores y olores de la comida en el mundo venidero? ¿Cree usted que Dios quiere que anhelemos comer a su mesa, y que disfrutemos las abundantes comidas que él tiene reservadas para nosotros?

Padre, hemos comido muchas cosas en diferentes lugares, pero apenas hemos probado la gran cantidad de comidas disponibles en esta Tierra presente. Tal vez aún no hemos probado nuestra comida favorita, y si lo hemos hecho, no ha gustado tan bien como gustará en tu reino venidero. Recuérdanos que nuestras mejores comidas, nuestras mejores conversaciones, nuestra risa más profunda, y las historias más enternecedoras están todavía delante de nosotros, para que las experimentemos en banquetes en la Nueva Tierra. Gracias, Padre amoroso y dadivoso, porque estas cosas no son ni triviales ni incidentales; tú no sólo las has creado para placer nuestro en este mundo, sino que las has prometido para nuestras vidas plenas en el mundo venidero, que será mucho mejor.


Extracto de 50 Días del Cielo by Randy Alcorn, Día 34.


Notas
1 Grudem, Systematic Theology, 1158–1164.



Eating and Drinking on the New Earth
(Excerpt from 50 Days of Heaven)

Blessed is the man who will eat at the feast in the kingdom of God. — Luke 14:15

Are symbolic banquets and symbolic wine and symbolic rivers and trees somehow superior to real banquets and real wine and real rivers and trees in God’s eternal plan? These things are just some of the excellent features of the perfection and final goodness of the physical creation that God has made.2 — Wayne Grudem

Words for eating, meals, and food appear more than one thousand times in Scripture, and the word translated “feast” occurs another 187 times. Feasting involves celebration and fun. Great conversations, storytelling, relationship building, and laughter all happen around the table. The Jewish feasts, including Passover, are spiritual gatherings that draw attention directly to God, his greatness, and his redemptive purposes.

People who love each other like to eat meals together. Jesus said to his disciples, “I confer on you a kingdom, just as my Father conferred one on me, so that you may eat and drink at my table in my kingdom” (Luke 22:29-30).

Scripture says, “On this mountain the Lord Almighty will prepare a feast of rich food for all peoples, a banquet of aged wine—the best of meats and the finest of wines” (Isaiah 25:6).

The resurrected Jesus invited his disciples, “Come and have breakfast.” He prepared them a meal, then ate bread and fish with them (John 21:4-14). He proved that resurrected bodies are capable of eating food, real food. Christ could have abstained from eating. The fact that he didn’t is a powerful statement about the nature of his resurrected body—and by implication, ours. “The Lord Jesus Christ . . . will transform our lowly bodies so that they will be like his glorious body” (Philippians 3:20-21).

Other passages indicate that we’ll eat at feasts with Christ in an earthly Kingdom. Jesus said to his disciples, “I tell you I will not drink again of the fruit of the vine until the kingdom of God comes” (Luke 22:18). Where will the Kingdom of God come? To Earth. Where will God’s Kingdom reach its ultimate and eternal state? On the New Earth.

Jesus said that “many will come from the east and the west, and will take their places at the feast with Abraham, Isaac and Jacob in the kingdom of heaven” (Matthew 8:11).

An angel in Heaven said to John, “Blessed are those who are invited to the wedding supper of the Lamb!” (Revelation 19:9). What do people do at any supper—especially a wedding supper? Eat and drink. Talk, tell stories, celebrate, and laugh. Have dessert. Wedding feasts in the Middle East often lasted a full week. (And we won’t only be guests—we’ll be the bride!)

On one occasion, Jesus said to his dinner host, a prominent Pharisee, “When you give a luncheon or dinner, . . . invite the poor, the crippled, the lame, the blind, and you will be blessed. Although they cannot repay you, you will be repaid at the resurrection of the righteous” (Luke 14:12-14).

When ­Jesus made this reference to the resurrection of the righteous, a man at the same dinner said to him, “Blessed is the man who will eat at the feast in the kingdom of God” (Luke 14:15). Because they were eating together at the time, the man was obviously referring to literal eating and feasting. If he was mistaken about literally eating after the final Resurrection, Jesus had every opportunity to correct him. But he didn’t. In fact, he built on the man’s words to tell a story about someone who prepared a banquet and invited many guests (Luke 14:16-24). Clearly, both the man and Jesus were talking about literal eating at literal banquets, like the one they were attending.

I don’t always take the Bible literally. Scripture contains many figures of speech. But just because the Bible uses some figures of speech in describing Heaven, it doesn’t mean that everything the Bible says about Heaven is figurative. When we’re told that we’ll have resurrected bodies like Christ’s and that he ate in his resurrected body, why should we assume he was speaking figuratively when he refers to tables, banquets, and eating and drinking in his Kingdom?

We’re commanded, “Honor God in your body” (1 Corinthians 6:20, nasb). What will we do for eternity? Glorify God in our bodies. We’re told, “Whether you eat or drink or whatever you do, do it all for the glory of God” (1 Corinthians 10:31). What will we do for eternity? Eat, drink, and do it all for the glory of God.

The food we eat is from God’s hand. We can trust that the food we’ll eat on the New Earth, some of it familiar and some of it brand new, will taste better than anything we’ve ever eaten here. We won’t need fine meals in Heaven; we don’t need them now, but we enjoy them now for the same reason we’ll enjoy them then—because God made us to enjoy food and to glorify him as we eat and drink (1 Corinthians 10:31). God tells us that he “richly provides us with everything for our enjoyment” (1 Timothy 6:17).

On the New Earth, we will “drink . . . from the spring of the water of life” (Revelation 21:6). God will prepare for us “a banquet of aged wine . . . the finest of wines” (Isaiah 25:6). Not only will we drink water and wine, we’ll eat from fruit trees (Revelation 22:2), and there’s every reason to believe we’ll drink juice made from the twelve fruits of the tree of life.

Along with water, wine, and fruit juice, is there any reason to suppose we won’t drink coffee or tea in Heaven? Can you imagine having a cup of coffee or tea with Jesus on the New Earth? If you can’t, why not?

Those who suffer from food allergies, weight problems, or addictions—and thus can’t consume certain foods and drinks—may look forward to enjoying every good thing on the New Earth. To be liberated from sin, death, and bondage on the New Earth will not mean we’ll enjoy fewer pleasures, but more. And the God who delights in our pleasures will be glorified in our grateful praise.

You and I have never eaten food in a world untouched by the Fall and the Curse. The best-tasting food we’ve ever eaten wasn’t nearly as good as it must have tasted in Eden, or as it will on the New Earth.

Does your mouth water for the tastes and smells of food in the world to come? Do you think that God wants us to look forward to eating at his table and enjoying the bountiful foods and drinks he has in store for us?

Father, we’ve eaten many things in many places, but we’ve merely sampled the vast array of foods available on this present Earth. We may not have yet tasted our favorite food—and if we have, it has never tasted as good as it will in your coming Kingdom. Remind us that our best meals, our best conversations, our deepest laughter, and the most engaging stories are still ahead of us, to be experienced at feasts on the New Earth. Thank you, our kind and extravagant Father, that these things are not trivial and incidental; you not only created them for our pleasure in this world but promise them for our abundant lives in the far better world to come.


Excerpt from 50 Days of Heaven by Randy Alcorn, Day 34.


Notes
2 Wayne Grudem, Systematic Theology, 1158-1164.

Photo by Ella Olsson on Unsplash

Randy Alcorn (@randyalcorn) is the author of over sixty books and the founder and director of Eternal Perspective Ministries

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