Siendo Nosotros Mismos En El Cielo, Extracto de 50 Días del Cielo (Being Ourselves in Heaven, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
Estas son descripciones comunes de la vida después de la muerte, fantasmas incorpóreos que son pálidos reflejos de la vida anterior de una persona, flotando en el otro mundo. Pero estas historias no reflejan con exactitud lo que serán nuestras vidas en la Nueva Tierra. Una parte central de nuestra resurrección corporal será la continuidad de nuestra identidad.

El Gozo De Vivir Con Dios Para Siempre, Extracto de 50 Días del Cielo (The Joy of Living with God Forever, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
En el Edén, Dios venía a la Tierra, el hogar de la humanidad, cada vez que quería (Génesis 3:8). En la Nueva Tierra, Dios y la humanidad podrán estar juntos todas las veces que quieran. No tendremos que salir de nuestro hogar para ir a visitar a Dios. Él no tendrá que salir de su morada para visitarnos a nosotros. Dios y la humanidad van a vivir juntos para siempre en el mismo hogar—la Nueva Tierra.

La Maldición Revocada, Extracto de 50 Dias del Cielo (The Curse Reversed, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
De la misma manera que Dios y la humanidad están reconciliados en Cristo, así también las moradas de Dios y de la humanidad—el Cielo y la Tierra—serán reconciliadas en Cristo, unidas para siempre en un universo nuevo y físico, donde viviremos como seres resucitados. Las palabras del himno “El Mundo Entero Es del Padre Celestial” expresan esta verdad en las palabras finales del original inglés: “Jesús, quien murió, será satisfecho, y la Tierra y el Cielo serán uno.

Dios: Nuestro Mayor Placer, Extracto de 50 Días del Cielo (God, Our Primary Pleasure, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
La anticipación de ver a Dios cara a cara es sincera y antigua. En el libro más antiguo de las Escrituras—probablemente escrito antes que Moisés escribiera el Génesis—Job, en medio de una angustia aplastante, clamó en una visión de sorprendente claridad que su Redentor un día vendría a la Tierra. Y aunque el cuerpo de Job sería destrozado por la muerte física, él sabía que en su propia carne vería a Dios. Es difícil imaginarse una referencia más clara a la resurrección venidera.

El Lugar Adonde Van Los Hijos De Dios Cuando Mueren, Extracto de 50 Días del Cielo (Where God’s People Go When They Die, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
Cuando Marco Polo regresó a Italia de la corte de Kublai Kan, describió un mundo que su audiencia nunca había visto, m ndo que no podía ser entendido sin los ojos de la imaginación. No era que China fuera un reino imaginario, sino que era muy diferente a Italia. Sin embargo, como dos lugares en el planeta Tierra habitados por seres humanos, tenían mucho en común. 

Cuando veamos el rostro de Dios, Extracto de 50 Días del Cielo (Seeing God's Face, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
[Los siervos de Dios] lo verán cara a cara. —Apocalipsis 22:4 Me levantaré de los muertos. . . . Veré al Hijo de Dios, el Sol de Gloria, y brillaré como brilla el sol. Seré unido al Anciano de Días, a Dios mismo, para quien el tiempo no existe, nunca comenzó. . . . Ningún hombre jamás vio a Dios y vivió. Y sin embargo, yo no viviré hasta que vea a Dios; y cuando lo haya visto, nunca moriré.1 —John Donne

Con una mente celestial y útiles en la Tierra, Extracto de 50 Días del Cielo (Heavenly Minded and of Earthly Good, Excerpt from 50 Days of Heaven)

article - Randy Alcorn
Busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra. —Colosenses 3:1-2 Es desde que los creyentes, en gran parte, han dejado de pensar en las cosas del otro mundo, que se han vuelto tan inefi caces en este.1  — C. S. Lewis A través de los años, muchas personas me han dicho: “No deberíamos pensar acerca del Cielo. Deberíamos pensar sólo en Jesús.”

Reto de valientes, Capítulo Uno (Courageous, Chapter 1)

article - Randy Alcorn
Un Ford F-150 SuperCrew rojo circulaba por las calles de Albany, Georgia. El conductor de la furgoneta rebosaba optimismo, tanto que era incapaz de prever las batallas que estaban a punto de golpear su ciudad natal. La vida va a ir bien aquí, se decía a sí mismo Nathan Hayes, de treinta y siete años. Tras pasar ocho años en Atlanta, Nathan había llegado a Albany, en dirección sur a tres horas de distancia, con su esposa y sus tres hijos. Un trabajo nuevo. Una casa nueva. Un nuevo comienzo. Incluso una furgoneta nueva.
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