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Ben estaba de pie en el aire frío de invierno. Como siempre, esperaba nervioso, tratando de mantenerse caliente y deseando que Li Quan saliera del hoyo negro. Estaban sacando a alguien del edificio, un hombre más viejo, débil, con una cojera pronunciada y piel amarilla.

A unque había frío afuera, A la celda de Quan estaba cerca del calentador. Cuando estaba encendido, la celda cambiaba rápidamente de congelante a caliente. El sudor corría de Quan, quemando sus ojos.

–Discúlpame, Quan—dijo Ben—, pero estabas escondiendo algo. Temía que estabas en problemas. Parecía sospechoso. No son drogas, ¿no es así?

La noche era sin luna, las estrellas brillantes. Solo unas pocas nubes pequeñas parecían tenebrosas, tratando pero sin lograr oscurecer los grandes puntos de luz.

Dios ve clara y totalmente. En el Cielo nosotros veremos con mucha más claridad (1 Corintios 13:12) pero nunca veremos totalmente. Sabremos mucho más de lo que sabemos ahora, pero nunca sabremos todo porque nunca seremos Dios.

Tanto en el Cielo Presente como en la Nueva Tierra encontraremos nuestro mayor placer en Dios. Lo adoraremos y le agradeceremos al verlo revelarse en las maravillas de la creación, incluyendo a las otras criaturas.

No habrá muerte ni sufrimiento. No habrá funerarias, clínicas para abortos ni salas psiquiátricas. No habrá violaciones, niños perdidos ni centros de rehabilitación para drogadictos. No habrá intolerancia, ni atracos, ni asesinatos. No habrá preocupaciones, ni depresión, ni especulaciones económicas. 

Las Escrituras no dan indicación alguna de que haya una erradicación de nuestros recuerdos que cause que no reconozcamos a nuestra familia y amigos. De hecho, si no reconociéramos a nuestros seres queridos, el “consuelo” de una reunión en la vida venidera, que se enseña en 1 Tesalonicenses 4:14-18, no sería consuelo en absoluto.

Jesús dijo que las personas resucitadas no se casarán (Mateo 22:30). Sin embargo, la Biblia deja claro que habrá matrimonio en el Cielo. Habrá un matrimonio, entre Cristo y su esposa.

Debido a que los animales fueron una parte importante de la vida en la primera Tierra y que la Biblia evidencia que Dios restaurará la Tierra así como a la humanidad, es razonable suponer que los animales serán parte de la Nueva Tierra. (¿Por qué no lo serían?)

Muchos libros sobre el Cielo afirman que los que están en el Cielo no pueden estar conscientes de la gente y los eventos en la Tierra porque serían desdichados por todo el sufrimiento y el mal; por lo tanto, el Cielo no sería realmente Cielo.

Así que el Cielo no es nuestro destino automático. Nadie va a allí automáticamente. A menos que nuestro problema del pecado sea resuelto, hay un solo lugar al que iremos como nuestro destino automático . . . el infierno.

No deseamos algo que no sea un cuerpo, que no sea la Tierra o que no sea la cultura, sino un nuevo cuerpo, una Nueva Tierra y una nueva cultura sin pecado ni muerte. 

Palabras que describen comer, comidas y alimentos aparecen más de mil veces en las Escrituras, y la traducción de la palabra “fiesta” (banquete) ocurre 187 veces. Una fiesta involucra celebración y diversión. A menudo durante las comidas se desarrollan conversaciones importantes, se cuentan historias, se edifican relaciones y la gente ríe alrededor de la mesa. Las fiestas, incluyendo la Pascua, eran reuniones espirituales que dirigían la atención hacia Dios, su grandeza y sus propósitos redentores.